En la foto que ilustra esta reseña, Victorio Cerutti en compañía de su mujer Josefina Giacchino, en la finca de Casa Grande. Leamos: “Proyecto para que Mendoza tenga su primera Casa de la Memoria. Un tributo a Victorio Cerutti. La familia del empresario secuestrado por la Marina en 1977, a quien le hicieron ceder sus bienes, empezó una campaña para lograr que la casa donde vivió se convierta en Museo de la Memoria. Falta que el Congreso Nacional apruebe la expropiación”, puede leerse en el diario matutino “Página 12” a comienzos de 2011. Cerutti era el presidente de la firma Cerro Largo cuando el 12 de enero de 1977 y a la edad de 76 años, fue secuestrado junto a su yerno Omar Masera Pincolini (41 años, ingeniero agrónomo, bodeguero, ex profesor en la Universidad Nacional de Cuyo), por un Grupo de Tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Entraron a las 3 de la mañana por la fuerza a la vivienda, con golpes y patadas a puertas y ventanas. A Omar que dormía con su esposa y sus tres hijos lo golpearon previamente hasta dejarlo inconsciente. Se llevaron toda suerte de enseres, ropa y objetos de valor que encontraron en su camino. Con posterioridad, los marinos “desaparecieron” también al abogado de la firma Conrado Gómez (ver su registro) y a su administrador Horacio Palma, (también ver su registro) y se apropiaron de las tierras de la familia. Cerutti portaba el apellido de una de las familias que había fundado la paradisíaca localidad de Chacras de Coria; allí se dedicaba a la vitivinicultura. Ya en la ESMA, cautiverio y torturas de por medio, fue obligado a transferir las tierras de Cerro Largo a la sociedad anónima Wil-Ri: “Wil” por Federico Williams nombre falso del torturador y marino Francis William Whamond y “Ri” por Héctor Ríos, el nombre apócrifo de Jorge Rádice, otro marino de igual calaña y proceder. El hijo de Victorio, Juan Carlos “Buby” Cerutti, que provenía de la Democracia Cristiana y fue un activo militante del Mendocinazo, que fue Subsecretario de Gobierno en la gestión de Alberto Martínez Baca, que pasó primero por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y luego por Montoneros, debió exiliarse para salvar su vida.