“Mirtha”. “Mili”. Originaria de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Sus abuelos, ruso el paterno y andaluz el materno llegaron como tantos a la Argentina en busca de un futuro promisorio. Su padre Juan, hombre de campo, trabajaba en YPF y políticamente era radical. Su madre era aficionada a la lectura y en su casa por definición, de política no se hablaba. Liliana fue medalla de oro en el colegio y un poco más crecidita respondió de lleno a las inquietudes de su generación en lo que a intelectualidad se refiere: afición a lo pictórico y lectura de Rimbaud, Sartre, Camus entre otros. Pero también frenesí por The Beatles y conmoción cuando ocurrió el Mayo francés en 1968. Ya radicada en Trelew se anotó para estudiar en Filosofía y Letras, trabajó como maestra y se sumó a la “gloriosa” Juventud Peronista. Pero no todos los recuerdos de aquella época son buenos. Su primer marido fue Alfredo Nicoletti, un experto en buceo, que de poner explosivos en buques de la Marina de Guerra –cuando militaba en Montoneros- apresado, pasó a colaborar con los marinos de la Armada de Massera y años más tarde, ya vuelta la democracia en 1994 fue parte de una banda de asaltantes. Se separó de éste hombre con 20 años de edad solamente, un año después de casarse y con él tuvo una hija de nombre Paula. La traición del gobierno de Isabel y el enfrentamiento de J.P. con esa banda de oportunistas, la encontró combatiendo injusticias y pagó con cárcel tal patriótica determinación. Presa política en Devoto por 7 años, entró en mayo de 1974 y salió en 1981. De esa experiencia traumática se recuerda que participó de una huelga de hambre carcelaria en plena represión (1977) y que terminó en un triunfo de su parte y de su compañera de infortunio Milagros Demiryi. Luego de esta pequeña batalla ganada contra el sistema opresor, el vencido Prefecto de Seguridad de la cárcel de Devoto, de apellido Galíndez, le dijo a la “Chierna”, a Liliana, luego de amenazarla con entregarla al I° Cuerpo de Ejército: “Usted no es una mina, es un ente subversivo y siempre lo será”. También en 1977, durante la dictadura cívico-militar, secuestraron y “desaparecieron” a su hermano Miguel Ricardo (ver su registro). Ya nuevamente en libertad consiguió trabajo en el sector de licitaciones de una fábrica de productos químicos en Lanús cuyo dueño era un ex JP y de algún modo por su intermedio conoció a quien sería su segundo esposo: Carlos “Chacho” Álvarez, que como se sabe llegó a vicepresidente de la República. Militó con él en la renovación del peronismo, pasó a estudiar Ciencias de la Comunicación y con Álvarez tuvo su segunda hija, de nombre Lucía. En 1990 estuvo a cargo de la Secretaría de la Mujer en la Municipalidad de Buenos Aires y fue una de las mentoras de la revista peronista de género “Unidas” de efímera existencia. Lo siguió también a “Chacho” en la ruptura con el Partido Justicialista, cuando se conformó el “Grupo de los Ocho”. Fue legisladora de la ciudad de Buenos Aires dos veces por el FREPASO. Y fue convencional constituyente. A su tesón y gestión, se hace visible la discusión por el derecho que deben tener las mujeres a un aborto legal, seguro y gratuito. Víctima de una enfermedad, Liliana falleció a los 65 años, el 5 de agosto de 2016. De su paso por Juventud Peronista y Montoneros dejó una hermosa reflexión: “Pertenezco a una generación que vivió en un país sin justicia, sin respeto al Estado de Derecho, precisamente con golpes de Estado permanentes y la proscripción de la mayoría política y electoral, condiciones hoy inimaginables para nosotros. Como todos los jóvenes de mi generación no tuve la oportunidad de formarme en una cultura democrática. Creímos en la violencia revolucionaria en un país y en un contexto donde la violencia y la violación de la ley eran el aire que respirábamos”.