“Pato”. Patricia Clariá de Frías. Fue integrante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) en la Escuela Normal Superior Nº 9 “Domingo Faustino Sarmiento”de Capital Federal. 26 años de edad. Los “Amigos de la Comisión de Memoria, Verdad y Justicia de Flores-Floresta”, llevaron a cabo la instalación de una baldosa conmemorativa en recuerdo de esta compañera del peronismo montonero y dos militantes más de la misma organización, ejecutados sumariamente por el Terrorismo de Estado en el departamento ubicado en el 6º piso “A” del edificio de Bacacay 2215, al resistirse a un secuestro, el 19 de abril de 1977. En la vereda del lugar dice: “Que esta baldosa sea una vela encendida que mantenga presentes sus ideales y su lucha”, porque “fueron eliminados, borrados, desaparecidos con la esperanza vana de desintegrar sus ideas, su lucha, su sed de cambio, sus ansias de un mundo distinto. Hoy reaparecen a través de una simple baldosa, de un pedazo de cemento colorido que se manifiesta ante la vista de los transeúntes, que llama su atención, que activa la memoria. Las baldosas buscan cambiar el sentido de las marcas de la muerte por las huellas de los pasos de la vida. Intentan preservar del olvido el paso por esta tierra de aquellas personas que lucharon para que un futuro distinto aconteciera. Con la llegada de la dictadura, ya no hay lugar para la participación popular y mucho menos para la organización de los trabajadores. Y esos militantes políticos y sociales pagan un alto precio. Ellos, como tantos, son perseguidos. Sus casas son allanadas. Su Unidad Básica destruida. Algunos logran sobrevivir y pueden salir del país y se exilian. Otros corren una suerte más trágica. Tal fue el caso de Patricia Clariá, Liliana Patricia Griffin y Mario Alfredo Frías”. El homenaje ocurrió el sábado 16 de noviembre de 2013. Cuando sucedió el trágico hecho –como dije el 19/4/77-, la hija de Clariá y Frías (de tan solo dos años de edad y única sobreviviente) fue dejada por los represores de la Policía Federal (Juan Carlos Carrera, Antonio Imbroggiano y Esteban Sanguinetti), primero en la casa del encargado del edificio, luego la Policía se la llevó y se la entregó a su familia.