Roberto
Baschetti

Corazza, Silvia Angélica

Algunos le decían “Flaca”, otros la conocían como la “Negra”. En la militancia usaba “Susana”. Nacida el 28 de abril de 1950 en Rosario. Pertenecía a una familia humilde de un matrimonio de trabajadores que desde siempre sufrieron una historia de desarraigos. Con sus tres hermanas y sus padres se mudó a San Telmo a fines de la década del ’50 con las mejoras sociales del peronismo. Silvia hizo el secundario en el Colegio Nacional Buenos Aires y el clima político de la escuela, marcó la dirección que tomó después: militó en Juventud Peronista, dentro de la CGT de los Argentinos con Raimundo Ongaro y antes en la Resistencia Peronista con Cacho El Kadri, Carlos Caride y Gustavo Rearte. Dentro de su militancia en la zona Sur conoció a su esposo Abel Sánchez (militante peronista y montonero. Médico en el Hospital de Clínicas y de Lanús). La anécdota es que haciendo algunos actos relámpagos por el “Luche y Vuelve” tenían que fingir ser pareja y de golpe tirar panfletos y salir corriendo. Se terminaron casando. Corazza militará en Montoneros desde 1972 siempre en zona Sur. Con su marido trabajaban en Villa Jardín, Villa Carazza y por la militancia y varias gestiones públicas logró con otros compañeros crear una escuela para los pibes de la zona. Fue estudiante de Ciencias Económicas y empleada obrera textil. Secuestrada en la confitería “El Clavel”, frente a la estación Lanús del FCGR por 15 civiles armados y la Policía Federal, entre las 15 y las 17 horas del 19 de mayo de 1977. Embarazada de dos meses. Dio a luz una niña que pudo entregar a su madre y luego fue desaparecida definitivamente. María Inés Sánchez, su hija, pudo con el tiempo conocer gente que estuvo detenida con Corazza. Elena Alfaro le contó que la primera semana estuvo muy mal, que en un momento uno de los guardias le dio un golpe terrible. Alfaro le preguntó por qué. El hombre le respondió que Silvia había querido poner los dedos en el enchufe, había querido suicidarse. A partir de ahí estaba claro que no podía decidir ni siquiera su muerte.