Militaba en Juventud Peronista en frentes barriales y políticos. “Fue secuestrado el día 19 de julio de 1976 en la vía pública, por un grupo inicial de tres personas armadas al que, por la resistencia opuesta se agregaron otras más. Una vez reducido, fue encapuchado, atado y, tirado en el piso de la parte de atrás de un vehículo, llevado al Cuartel de Bomberos de Mar del Plata y, desde allí, a un lugar donde fue torturado con pasaje de electricidad por todo su cuerpo, además de ser constantemente insultado y golpeado. Desde allí pasó a la Comisaría Cuarta de Mar del Plata. Una noche fue retirado, atado y encapuchado, colocado en el baúl de un auto y trasladado a ‘La Cueva’. Permaneció allí unos días, volvieron a atormentarlo con picana eléctrica preguntándole por su militancia política. Fue devuelto a la seccional donde permaneció hasta que, con fecha 9 de octubre del mismo año, vuelven a llevarlo con la misma modalidad a ‘La Cueva’ nuevamente. Estuvo diez días en los que volvieron a torturarlo del mismo modo. Finalmente, retornó a la comisaría, luego fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y alojado en el penal de Sierra Chica en noviembre de 1976. Yendo a dar con sus huesos en un penal platense, desde donde recuperó su libertad el 20 de diciembre de 1977” nos relata el Ministerio de Justicia de DD.HH. de la Provincia de Buenos Aires. Acotaciones al mismo. Entre sus captores estaba el teniente Fernando Cativa Tolosa exacerbado represor que luego fue ultimado por un montonero, en otra acción represiva de secuestro abortada el 8 de octubre del mismo año y en la misma ciudad balnearia. Cuando Julio César fue secuestrado y “desaparecido”, su esposa Silvia Inés Suárez vio el automotor de su marido estacionado frente a la Unidad Regional de Policía marplatense. Las fuerzas represivas negaban su detención al mismo tiempo que el coronel Pedro Barda a pedido de la mujer, aseguraba que “el señor Julio César D’Auro, se encuentra retenido en averiguación de antecedentes por hallarse presuntamente incurso en actividades subversivas”. Conocí personalmente a Julito D’Auro luego del regreso de la democracia cuando fui a Mar de Plata para dar alguna charla sobre la Resistencia Peronista. Fue un excelente anfitrión y rápidamente hicimos amistad. Supo contarme con detalles momentos de su cautiverio durante el cual nunca bajo la guardia y en condiciones desfavorables supo resistir a los indeseables, conjuntamente con otros prisioneros del régimen. Con inmenso dolor debo contarles que falleció en Mar del Plata el 20 de enero de 2025.