21 años. Nacido en Metán, provincia de Salta. Estudiaba Medicina en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Cumplía con el servicio militar obligatorio en Granaderos a Caballo. Lo que sigue es un relato tomado de otro joven Granadero (Diego Bermúdez López), por la periodista Analía Brizuela. Los episodios que recuerdan transcurren entre la Casa Rosada, la sede del Regimiento y el Hospital Ramos Mejía en aquel fatídico 16 de junio de 1955, cuando se bombardeó la Plaza de Mayo con el fin de generar el terror y matar al presidente Perón. “Granaderos éramos alrededor de 700 efectivos. Yo revistaba en el escuadrón Abastecimiento, Mario Benito en otro. En un momento en la sede del Regimiento se pidieron voluntarios en grupos de a diez para tripular los vehículos semioruga que iban al combate”. (La guarnición militar, custodia presidencial, se encuentra en Palermo, a casi 8 kilómetros de la Casa Rosada en línea recta). Ya alistados, salieron rumbo a Casa de Gobierno y tomaron por la avenida Dorrego. “Sobre el cruce de esa arteria con una vía de tren, nos cruzamos con otras columnas de tanques y camiones con efectivos de diferentes escuadrones, que llevaban proyectiles y bolsas de arena para reforzar el interior. Antes de mi columna había salido otra con el mismo fin; proteger la Casa Rosada que se encontraba rodeada por efectivos de la Marina que ametrallaban. Allí iba Mario Benito. Esa columna fue emboscada por los infantes y tuvimos la mayor cantidad de bajas, ocho. No murieron en ese momento. Como tuve lesiones leves, días después me enviaron al Hospital Ramos Mejía a cuidar a otro granadero. A Mario Benito lo vi en un apartado donde cuidaban a los heridos más graves. Recuerdo que me llevó una Hermana de la Caridad y me dijo: ‘Mire, pobrecito, está muy mal, no sé si va a salir’. Realmente no estaba bien, con sangre por todos lados y con los ojos casi cerrados”. Se murió. Su hermana Emma Nelly Díaz (también entrevistada por Brizuela) dijo sobre Mario Benito: “Su sueño era ser granadero y custodiar a Perón, las dos cosas”. Desde muy jovencito participó en la Juventud Peronista de Metán siendo el referente más importante de la misma. Su padre, Feliciano Balbín Díaz, fue senador provincial de Metán. La misma hermana, contó otro hecho, que ocurrió cuando el joven fue herido: “Recibió un tiro en un riñón y nos dijeron que, en el medio de la confusión con tantos heridos, lo operaron del riñón contrario”. Una fatalidad increíble. Blanca Pucheta, sobrina de Mario Benito, abogada, le dijo a la periodista de marras, reflexionando: “El Movimiento Peronista, por entonces, llegó a cada lugar del país. Y cada persona tenía alguna experiencia con el gobierno. Quizás fue eso lo que llevó a mi tío a ser granadero para poder custodiar a Perón (…) Porque llegaban todo tipo de cosas útiles para la gente y así les cambiaba la vida para bien. Se cubrían necesidades reales de personas que vivían en un pueblo tan perdido y tan pequeño como Metán. Creo que, en esa época, se percibía al Movimiento Peronista como un país que se construía entre todos, cada uno desde su lugar. Y el gobierno respondía”. Termina su nota la periodista Brizuela: “En Metán, a 140 kilómetros al sur de la Capital salteña, está el barrio ‘Granadero Díaz’, la plaza principal tiene placas en su memoria, un grupo de granaderos clase 1934 (como Mario) visitaron el pueblo en 2008, y el Concejo Deliberante declaró su tumba patrimonio. Sin embargo, todavía, la mayoría de sus habitantes, no sabe cómo murió ni los ideales que defendió. Algunos creen que se trata de un soldado que perdió la vida en una batalla que libró José de San Martín en suelo nacional”.