“Yoryi”. Nacida el 26 de junio de 1941. Santafesina. Soltera. Estudiante de Letras en la Universidad Católica Argentina de su ciudad natal. Licenciada en Ciencias de la Educación. Trabajaba en la Universidad Nacional de Salta en el área de “Educación Permanente” (Profesora Asociada con Dedicación Exclusiva en el Departamento de Ciencias de la Educación a partir del 1º de mayo de 1973) y por tal motivo coordinaba el Centro Regional de Formación Docente que planeaba la campaña de alfabetización para la zona del noreste argentino. Georgina no era una principiante en esta actividad; se había formado con Paulo Freire en México y había comprendido perfectamente que la alfabetización era un proceso de concientización, la oportunidad histórica de darle la palabra a los oprimidos. Por dicha razón había sido cesanteada el 24 de diciembre de 1974 de aquella universidad por la derecha enquistada en el rectorado (Resolución Nº 1003/74). Georgina, de una gran sensibilidad –recuerda su amiga Graciela López- tenía esa fe que mueve montañas, era de una religiosidad irreverente, profunda, identificada con el movimiento de la Teología de la Liberación. Pero no se quedó en eso, dio un paso más, porque estaba convencida que para arrebatar el poder a los poderosos no basta con las buenas intenciones y se sumó a la lucha del peronismo montonero. Ejercía un liderazgo natural y era escuchada y seguida tanto por jóvenes como por gente mayor. Su compromiso militante la llevó a la cárcel el 18 de marzo de 1975; fue detenida en Tucumán con el dirigente montonero Roberto Rufino Pirles (ver su registro) en un depósito de armas de la organización guerrillera peronista. Cuando la detuvieron como es de rigor en estos casos, la torturaron en la sede de la Policía Federal, y al pasarle la picana por la garganta soltó un gemido, pero no llegó a ser un grito ni muchos gritos. Uno de los torturadores dijo: “Esta hija de puta hace yoga”. No se si hacía yoga, pero su dignidad turbó a los torturadores que ya no sabían ni que preguntarle. Sobrevivientes cuentan que tenía heridas profundas en la espalda, probablemente hechas con los hierros utilizados para marcar los animales. En la cárcel fue un punto de unión y confraternidad con las presas de otras organizaciones revolucionarias, basando los acuerdos entre ellas sobre el respeto y el trabajo mutuo. Fue sacada de la cárcel de Villa Las Rosas por la dictadura militar y asesinada en la llamada “Masacre de Palomitas”, Salta, el 6 de junio de 1976, a la edad de 35 años. Mientras la mayoría de los presos fueron asesinados con disparos; Georgina y Evangelina Botta habrían sido separadas del resto, puestas en el interior de un automóvil y dinamitadas. Su cuerpo no ha sido recuperado. Su compañera y amiga ya mencionada, Graciela López, sobreviente de la masacre, escribió desde México: “¿Dónde quedaron tus huesos ‘Georgi’? Porque tu corazón sigue latiendo con el nuestro. Y así latirán por siempre esos 12 corazones en nosotros, que tuvimos el privilegio de compartir los últimos meses y días de sus vidas. Y también latirán en sus hijos y en los hijos de los hijos. No latirán para atizar la hoguera de la venganza sino para buscar justicia y para perpetuar los ideales que ellos encarnaban”. El 22 de septiembre de 2010, trascendió que el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), aprobó poner el nombre de “Georgina Droz” al Plan AM25 en homenaje a quien en 1973 (año de fundación de la universidad) contribuyó a generar un espacio para que los adultos mayores de 25 años sin estudios secundarios completos, pudieran acceder a esa casa de altos estudios. La poeta Teresa Lonardi le escribió a Georgina: “Moriste muchas veces. No sólo en Palomitas. También entre las chapas agujereadas de los ranchos donde con los villeros compartías tu salario. Moriste coronada de espinas cuando alfabetizabas sabiendo que el sol de la cartilla iba llenándose de sombras. Moriste en la mesa de torturas de donde regresaste golpeada, picaneada, con lo anteojos rotos, ciega, heroica, resistiendo a los bárbaros. Garza trigal ángel anfibio Nausica enamorada, crucificado de balas tu generoso corazón de Rosa Luxemburgo. Vos como Rigoberta Menchú creyente y revolucionaria. Vos como otra Eva madrecita de los grasas construyendo el reino de dios sobre la tierra”.