Roberto
Baschetti

Escribano, Jorge Juan

“Churi”. Uno de los primeros militantes montoneros, tomó parte de la toma de La Calera en Córdoba. Provenía del Integralismo, en la Universidad Nacional de Córdoba, en donde estudiaba Derecho. Fue muerto en un enfrentamiento por la policía provincial en Adrogué, provincia de Buenos Aires, el 29 de mayo de 1972 a los 26 años de edad, junto a su compañero y amigo Gerardo Burgos. Su padre al cumplirse el segundo aniversario de la muerte, ante la tumba de su hijo, expresó: “Para justificar mi vida con algún mérito que la absolviera de la opacidad, me apliqué afanosamente a varias cosas y ahora me encuentro con que el mejor de mis títulos es ser el padre de Jorge. Imaginando nuestro encuentro, tal vez ilusorio, es lo que me ayuda a vivir los días que faltan. Hasta entonces mi Jorge. Mi héroe sonriente. Mi alado Montonero. Mi querido hijo…”. Un Jorge Escribano comprometido con la vida, con el peronismo, con la revolución. Que dejó de lado una vida cómoda y sin sobresaltos, con un título universitario a mano y un futuro asegurado, por la lucha enfocada en el firme propósito de cambiar este sistema injusto emparentado con la explotación y la miseria. Lo que sigue es un párrafo de la última carta que le escribió a sus Viejos desde la clandestinidad: “Si algún día llegan a entender bien o sentir como propio lo que yo elegí, pienso que se quedarán bastante tranquilos, o al menos, de alguna forma, llegarán a ser felices como yo, no porque me haga feliz hacer esta vida, sino por la inmensa alegría de saber que todavía somos capaces de hacer algo por nuestro prójimo… Creo que lo más importante no es pensar si hoy o mañana nos vamos a morir, sino pensar cada noche si durante el día hicimos todo lo posible para seguir construyéndonos como hombres, como seres humanos. Si es así, no me importa que dure hasta mañana, pasado o hasta siempre, porque prefiero una conciencia limpia, aunque me dure tres meses y no la mera subsistencia, en la indiferencia y el desprecio a lo que nos rodea”.