Roberto
Baschetti

Estrella, Miguel Ángel

Tucumano. Pianista reconocido de fama mundial. Militó en el peronismo desde 1966. Fue delegado educacional del gremio de los obreros del azúcar (FOTIA) en su provincia natal y delegado internacional de la Federación Indígena tucumana. Resiste a la última dictadura cívico-militar en Argentina. En Montevideo el 16 de diciembre de 1977 es secuestrado con otros tres compañeros, estos de militancia montonera y alojado él, en el Penal de Libertad (vaya ironía). Inmediatamente se organiza un reclamo a nivel mundial para preservar la vida del pianista. En la cárcel la pasó mal. Quien dirigía las torturas e interrogatorios a Estrella era un coronel uruguayo apellidado Gavazzo. Hábil con la picana y verborrágico con la lengua: “Vos decís que esto es un infierno. Pero yo voy a los chupaderos de Buenos Aires y salgo vomitando. Acá estás en un paraíso. No te matamos porque no podemos, pero te vamos a destruir totalmente. Nunca más serás el padre de tus hijos. Nunca más tocarás el piano. Nunca más serás el amante de una mujer. Tenemos métodos muy sofisticados y si a los 18 años que es el tiempo que te vamos a guardar acá, seguís con esa sonrisa te vamos a matar. Porque sos un tipo con fe y eso te lo vamos a sacar como sea. Vos nunca más vas a tocar el piano. Porque vos no sos montonero, pero sos algo peor: con tu piano y tu sonrisa te metes a la negrada en el bolsillo y les hacés creer a los negros que pueden escuchar a Beethoven”. Acto seguido, le ataban las manos a la espalda y le hacían un simulacro de cortárselas con una sierra eléctrica. El compañero escuchaba, resistía, rezaba. Es que su torturador jamás le perdonaría su traición de clase. La presión internacional causo efecto y luego de 26 meses fue liberado. De la convivencia en la cárcel Estrella cuenta algo maravilloso: “Allí encerrados conmigo eran todos militantes ‘pesados’ (–léase Tupamaros-) o gente adscripta al Partido Comunista. Para mí, militancia es la música. El diálogo con los compañeros comenzó por el afecto, por nuestras mujeres e hijos, por las cosas en común, y me di con gente extraordinariamente disciplinada. Por ejemplo, un preso nunca mentía a un compañero; la mentira está excluida, como la mala fe. Fue una escuela de vida extraordinaria, y aprendí a conocer a ese país, y muchos meses más tarde llegaron a respetar al peronismo. El momento más bello de estar encanado fue cuando salí: me sacaron de improviso y apenas tuve tiempo de avisar a uno de mis vecinos presos mediante un código que teníamos a través de la pared. Pasó una hora hasta que salí del penal, y al atravesar el campo oí un griterío: todas celdas tenían las caras de mis compañeros, gritándome y cantándome la Marcha Peronista, cuando cantar y gritar era penado con 30 días de calabozo. Los milicos me empujaban con un palo para que avanzara. Yo estaba abrazado a mi teclado de madera, mudo, llorando y le decía a uno de mis guardias: ‘No seas infeliz. ¿No te podés dar cuenta de la belleza que tiene este momento? Y el hombre hasta quiso hacerme un nuevo proceso para dejarme preso, tal era su irracionalidad y su odio por aquella manifestación de cariño. Esto es para demostrarte hasta qué punto la lógica de estos individuos está reñida con lo que es la democracia, el amor, y ese mundo ‘occidental y cristiano’ que ellos dicen defender”. Liberado, Miguel Ángel Estrella, dio su primer concierto un 17 de Octubre, en tierra americana liberada, en la Nicaragua sandinista. La revista de los milicos en Argentina, “Somos”, lo denigra a través de una nota titulada “Las teclas del terrorismo”. Al frente de “Música Esperanza” con esa magia propia de los lenguajes universales –la música, quien otra- se mete en cárceles, hospitales psiquiátricos o desolados parajes para llegar a los marginados de nuestra sociedad. Estrella supo decir: “En las villas también escuchan a Schubert”. Al respecto, en enero de 2004 dio un concierto de música clásica en la Villa 31 de Retiro donde tocó hasta un tema de Atahualpa Yupanqui. Otra vez, en junio del 2000 en Córdoba tocó Chopin y Beethoven para 70 internas de la cárcel del Buen Pastor; “la música lava el alma” les dijo. Las reclusas le agradecieron el recital “porque estas cosas nos ayudan a salir un ratito de este lugar”. Ya más acá en el tiempo, como embajador cultural ante la UNESCO dio un concierto gratuito para 1.700 personas en el Centro Cultural Néstor Kirchner en agosto de 2015. Entre un mar declaraciones dejó claro que “siempre me sentí un hijo directo de Evita”. Tiene sentido entonces recordar cuando en septiembre de 2002 homenajeó a Eva Perón en el cincuentenario de su muerte dando un concierto a su memoria en el Teatro Colón. Contra Macrí y su gobierno fue lapidario: “La política macrista siempre fue contraria al Peronismo. Nosotros, peronistas, tenemos grabado a fuego esa frase maravillosa de la Compañera Evita: ‘donde hay una necesidad hay un derecho’. El Peronismo siempre fue inclusivo y si de inclusión se trata, hablamos entonces de un Estado presente con el pueblo, pero sobre todo con los más necesitados de la Patria. No hay punto intermedio. O estas con el Pueblo o estás con Macri y sus secuaces. La deuda es ilegítima y abusiva, ni siquiera pasó por el Congreso. Así estuvimos los argentinos durante 4 años, en manos de un tarambana atorrante que jugó a ser presidente y se escolaseó el país. Todo fue peor: duplicó la inflación, la desocupación y creció la pobreza casi un 11% en su mandato y como cereza del postre quedó esta deuda impagable. Rechazo profundamente el pago de la deuda, rechazo profundamente que por culpa de esa deuda el Pueblo tenga que sufrir, rechazo profundamente como Argentino y Peronista que nuestro país vuelva a ponerse de rodillas ante la usura del mercado”. Miguel Ángel Estrella, el pianista de los humildes, falleció el jueves 7 de abril de 2022, en Francia, a la edad de 81 años. Era director de la Casa Argentina en París. Deja un pensamiento que habla de su compromiso político y social basado en lo colectivo: “A mí me molestaba profundamente que en casi todos los reportajes desde el ’84 en adelante las preguntas estuvieran centradas en la tortura y en el daño que me habían hecho individualmente. El daño fue a toda la sociedad y me disgusta aún hoy que se ponga el énfasis en los dramas individuales, cuando como dije el ataque era contra un proyecto de una sociedad más justa y solidaria, que la mayoría de los argentinos votamos en el ‘73”.