Roberto
Baschetti

Feresín, Emilio Osvaldo

“El Príncipe”. Nacido el 11 de febrero de 1948 en Capital Federal. En la foto con su compañera, María Eugenia Saint Girons, presa política de la última dictadura cívico-militar que padecimos los argentinos. Secuestrado-desaparecido en Santa Fe, el 10 de febrero de 1977, en el recreo Schneider (Avenida Blas Parera al 5.800). Fue visto en el CCD La Escuelita de Paraná antes de su asesinato. En Montoneros, este peronista, era reconocido como “Pablo” y era oficial de dicha organización; militando en la zona Oeste del GBA. El que sigue es un pasaje tomado del libro “Capucha a capucha” del abogado laboralista Hernán Bernasconi, cuando es secuestrado y se ordena mentalmente sobre lo que debe decir y lo que no a sus verdugos, con el fin de no involucrarse o entrar en contradicciones que le pudieran costar la vida: “Lo demás nada. De Emilio Feresín, mi ex cuñado, ex esposo de Blanca, no sabía si tenía relación con los montoneros. Mi hermana es sólo una maestra, dirigente docente de La Matanza”. El 17 de febrero de 2017, el hijo de Emilio Osvaldo, Juane Emilio Basso Feresín –de la organización HIJOS en Rosario- en el medio de los juicios de lesa humanidad, dijo ante el tribunal santafesino a los presentes: “Llegamos al juicio y seguiremos reclamando saber la verdad, dónde están los desaparecidos, esos treinta mil que buscaban un país construido desde la justicia social. Era el proyecto para democratizar el poder y la economía (…) No es solo nuestra historia familiar la que se narra, es la de nuestro pueblo”. En marzo de 2017 el ex oficial de Inteligencia Eduardo “Curro” Ramos recibió prisión perpetua por el homicidio de Emilio Osvaldo Feresín. En el juicio se reveló que la mamá (María Eugenia) y el bebé (Juan Emilio), fueron torturados para martirizar al padre. Ese mismo Juan Emilio Basso Feresín, referente de HIJOS en Rosario, donde era conocido por toda la militancia como “Juane”; falleció en esa ciudad, de un ataque al corazón disputando un partido de fútbol el 3 de marzo de 2021, provocando inmenso dolor en todos los que lo conocieron.