Roberto
Baschetti

Fernández, Eduardo

“Lalo”. “Gallego”. Nacido el 27 de diciembre de 1954 en Córdoba, creció y se educó en Goya, Corrientes. Su mamá llevaba el apellido Parodi. Alumno destacado, a los 4 años ya estaba en primer grado. Al cumplir los 8, Eduardo, comienza a acompañar a su papá en recorridas proselitistas por barrios y campos de Goya. Durante su adolescencia militó en la Comunidad de Base del barrio San Ramón y junto a su padre, colaboraba en la construcción de viviendas barriales. En 1973 siempre junto a su padre y unos 100 compañeros más, le da forma a la Juventud Peronista del lugar. Ese año se recibe de perito mercantil, pero su pasión sigue siendo la mecánica: le gustaba arreglar motocicletas y con tal fin, cursó el ciclo superior de Electromecánica en la escuela técnica, donde fue elegido presidente del Centro de Estudiantes. El 13 de febrero de 1975, Eduardo se casa con Gladys Leonor “Beby” Hanke, una joven oriunda de Bella Vista (Corrientes), también militante de Juventud Peronista. Se conocieron en la vigilia de los ayunantes de la Catedral de Goya, durante la huelga de los productores tabacaleros nucleados en las Ligas Agrarias. Con el inicio de la última dictadura cívico-militar que padecimos, en el ’76, Eduardo, afín a las ideas montoneras, pasa a la clandestinidad. Viaja a Corrientes capital y luego al Chaco. Su esposa “Beby” es detenida. Si bien el libro de la CONADEP, “Nunca Más” lo da como secuestrado y desaparecido el 5 de agosto de 1976 en Resistencia, la Comisión Provincial de la Memoria chaqueña publica la versión de que habría sido confinado en el centro clandestino de detención que funcionaba en la Brigada de Investigaciones de la policía del Chaco, luego de un allanamiento en el cual, aparentemente, fue herido en una pierna, entre noviembre y diciembre de 1976. Concluye este informe, diciendo que, por las fechas y el centro de detención mencionado, es válido suponer que Eduardo sea uno de los militantes asesinados en la Masacre de Margarita Belén aún no identificados. Un poema de su autoría encontrado por su familia con el tiempo, concluye de esta manera: “Para vos compañero, estos versos. Para vos que nunca dejás de luchar, para vos que, aunque quieto en la húmeda tumba, gritas con todas tus fuerzas ¡No hay que aflojar!”. Algunas anécdotas y circunstancias vividas las aporta su ya mencionada compañera Hanke: “Yo lo conocí a Lalo cuando se hizo la huelga tabacalera en el ’73, antes de que se formara la J.P. en Goya. Apoyábamos la huelga como estudiantes y decíamos: ‘Estudiantes, Campesinos… todos un mismo camino’. Así nos conocimos. Él estaba terminando la Escuela Técnica y yo estudiaba Literatura en el Instituto Superior del Profesorado ‘José Manuel Estrada’ (…) Lalo desde los 8 años andaba con su papá, iba a las reuniones del campo y a todas las reuniones políticas. Lalo sabía mucho del peronismo. Así había formado en su casa cuando tenía 10 años, el Club de Niños Peronistas (…) Lalo más tarde forma la Unión de Estudiantes Secundarios en la Escuela Técnica y creo que era el presidente del centro de estudiantes… y Lalo siempre con su pinta a cuestas: de overol en la escuela técnica, con sus ojotas y su pelo siempre despeinado (…) Era el 26 de julio de 1974, aniversario de la muerte de Evita, ese día lo acepté como novio. Se emocionó. Recuerdo que me dijo: ‘¡Ah, cuando se lo cuente a los muchachos!’. Parece que ellos lo cargaban por mí (…) Estábamos cada vez más comprometidos con la militancia y con Montoneros (…) Cuando el padre –don Cheto- le obligó a optar entre la militancia o la familia, eligió seguir con su militancia y se fue a vivir por unos meses a la capilla San José en Bella Vista. El Padre Sánchez era del grupo de Sacerdotes para el Tercer Mundo así que teníamos un pensamiento afín. Lalo se hizo muy amigo de él (…) Nos casamos el 13 de febrero de 1975 en Goya, en la capilla San José. Quedaron fotos del casamiento por el civil solamente, porque lamentablemente las de la iglesia se las llevaron los milicos (…) Fuimos a vivir a Bella Vista, allí militábamos en el barrio Laguna Aguilar y alquilamos una pieza precaria. Fueron muchas las actividades en el barrio. Se organizó una comisión vecinal que presentó al Concejo Deliberante una nota de los vecinos para que se clausure el desagote del hotel El Triángulo que traía variados problemas de salud en la zona ya que los chicos se metían en la laguna a donde iban las aguas servidas. El barrio ganó la pulseada. Yo los sábados a la mañana daba clase de apoyo a los chicos y a la tarde trabajaba con un grupo de mujeres, allí una modista del barrio nos enseñaba a coser y con las mujeres se hablaba de todo, incluso de los chismes del barrio (…) Los varones a veces jugaban al fútbol. Él trabajaba con los despojadores de naranja. En los camiones con los despojadores iba a las quintas con la intención de formar el gremio de FATRE –Federación de Trabajadores Rurales y Estibadores-; allí se procesaban los cítricos, se extraían los aceites esenciales, se hacían los jugos, los concentrados (…) En Bella Vista, en octubre de 1975, se realizó una cena en un comedor sobre la ruta, para festejar la formación del Partido Peronista Auténtico, con intenciones de participar en las elecciones previstas para 1976. La gente que participó también fue muy perseguida (…) Cuando en junio del ’76 volví a Bella Vista, estaba embarazada. Con Lalo queríamos tener un hijo, estábamos contentos. Apostábamos a la vida; actualmente nuestro hijo Juan Carlos nacido el 31/1/77, (nombres en honor al compañero goyano y montonero caído, Juan Carlos Aguirre) es ingeniero en sistemas, vive en Resistencia, trabaja y milita en el sitio de la Memoria (ex Brigada de Investigaciones) y tiene dos hijas: Costanza y Valentina”. Valió la pena apostar a la vida.