Sectores del gorilismo más recalcitrante hicieron detonar dos artefactos explosivos en una Plaza de Mayo repleta de gente el 15 de abril de 1953, en tanto se festejaba un acto partidario peronista en el que hablaba el propio Perón a su regreso de Chile. Uno de los asesinados por los bombazos fue, Santa Festeggiata viuda de D’Amico. Era una anciana de 84 años que vivía con su hija y su nieta en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, y a quien la justicia social peronista había hecho alcanzar –como obrera textil- una jubilación que no supuso nunca, en sus largos años de trabajo agobiador, que pudiera brindársele como premio a sus desvelos. Esa situación había hecho nacer en ella un sentimiento de profunda gratitud a Perón y llevada por ello fue, como había ido siempre a las concentraciones peronistas, a la que se efectuó aquel miércoles nefasto. Llevaba un ramito de flores que deseaba hacer llegar al General Perón. Fue enterrada en el cementerio de Flores.