Fidale, Carlos Enrique

“El Negro Chimino”. 19 años. Nacido en la provincia de San Juan, pero un tipo bien de barrio porteño, canchero y pintón. Montonero del área de Prensa en el Barrio de San Cristóbal. Lo “chupan” al querer zafar de una “pinza”; ocurrió en la tarde del 3 de junio de 1976 en la calle Loria entre Pavón y Garay. Primero pasó por la comisaria 20 donde fue molido a piñas junto a su compañero de militancia Carlos “Quique” Muñoz aprehendido en la misma ocasión. De ahí pasan a la ex Coordinación Federal (Superintendencia de Seguridad Federal) donde son brutalmente torturados. “El Negro Chimino” había dado como domicilio el de su madre, en Villa Ballester (provincia de Buenos Aires), preservando el suyo real que era, en el ya mencionado barrio de San Cristóbal, en la calle Esteban De Luca, donde vivía con una hermana suya, mayor que él. Y cuenta Muñoz: “Pero al tercer día, cuando ya estábamos en la leonera, se ve que detectaron la casa de su hermana, la allanaron y encontraron un par de fierros, un par de granadas y material del área de prensa, donde laburaba”. Volvieron, preguntaron quién era Fidale y lo empezaron a “… cagar a trompadas y en un momento un tipo recontra-sacado nos agarró a los dos de los pelos y nos llevó a un tubo y entró con nosotros y le dijo: ¿Así que eras inocente hijo de puta? Y escuché cuando el sacado amartilló el arma y dijo “Te voy a matar”. Y tiró. Estábamos muy cerca con el Negro, hombro con hombro… Yo sentí que su sangre me salpicaba. Y el tipo me dijo “Andá y contálo”. Y me llevó de nuevo a la leonera”. Así asesinaron brutalmente a un compañero peronista y montonero. El mismo Carlos Muñoz el 3 de junio de 2025, escribe: “Carlos Enrique Fidale, ‘Chimino’, montonero, compañero de militancia, amigo, hermano. Lo secuestra la policía federal, un día como hoy, hace 51 años. Es asesinado, después de ser terriblemente torturado, en la puerta de un “tubo” del segundo piso de la Superintendencia de Seguridad Federal. Su valiente y estoico silencio permitió que yo pudiera volver de la muerte. Querido ‘Chimino’, te extraño, te llevo siempre a mí lado, y revindico tu corta y hermosa vida. Abrazo y beso al cielo de los mejores. ¡Hasta la Victoria Siempre!”.