“Víctor”. Secuestrado-desaparecido a la edad de 37 años, el 31 de diciembre de 1976, en Campo Viera, Oberá, Misiones; la misma tierra que lo vio nacer. Era hijo de un pequeño productor. Fundador de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) misionera, representaba a la Asociación de Trabajadores del Estado. Sobre aquella responsabilidad dirigencial, siempre decía a sus compañeros: “Tenemos que estar preparados para asumir las consecuencias que significa la militancia revolucionaria, objetivo que no sabemos si lo vamos a ver nosotros, porque podemos dejar la vida en este largo camino por la liberación nacional y social de nuestra patria”. Con mucho esfuerzo logró concluir sus estudios y recibirse de maestro. Simultáneamente creó una biblioteca popular que hoy fue rebautizada con su nombre y apellido, siempre en Campo Viera. Ya en Posadas, organizó una escuela humilde de la periferia (la Nº 220). Era común que en ese ámbito socializara las cosas y se daba el caso de padres que venían a verlo y le decían “¿Pero cómo, si mi hijo ya trajo los lápices, para que más?”; y Juan les explicaba que fin tenía el excedente de los mismos, ya que otros pibes no tenía lápices. En aquellas famosas “reuniones de padres” aprovechaba además para concientizarlos de sus derechos como trabajadores, propiciando la afiliación de los mismos a sus sindicatos y organizando a los más duchos y decididos para que se convirtieran en delegados gremiales. Por un tiempo vivió en el Barrio Santa Rosa, ese que está al lado del Zaimán y que era el que proveía la mayor cantidad de prostitutas de la zona para camioneros y demás. Y entonces él, viendo que éstas eran maltratadas, mal pagas y que carecían de asistencia sanitaria y demás, las organiza en un sindicato de prostitutas. Porque él había tenido una experiencia similar en ese mismo barrio, al formar el sindicato de empleadas domésticas. Pero ahora se encontraba con muchas chicas que habían sido empleadas domésticas y que le contaban que como el patrón igual abusaba de ellas por lo que les pagaban mensualmente (una miseria), ellas ganaban esa misma suma en una noche si lo hacían a su gusto, entonces se habían dedicado a ser putas. Fue entonces que Figueredo las organizó en una especie de sindicato, les unificó tarifas y otras cosas por el estilo como las ya descriptas; realizando así una verdadera experiencia inédita que fue un éxito. Fue elegido por el voto popular, diputado provincial por el Partido (Peronista) Auténtico en 1975: los memoriosos recuerdan que cuando asume en la Legislatura lleva puesta una camisa que estaba planchada, pero zurcida, que era la camisa que él siempre usaba. Y que además cuando jura lo hace con la siguiente fórmula: “Por la Patria, por Dios, por un Evangelio liberador, por Perón, por Evita, por los caídos en la larga lucha por la liberación y por los torturados y presos que pueblan las cárceles de nuestra patria”. Actualmente una calle de Posadas, Misiones lleva su nombre, luego de un dictamen de la Comisión de Poderes, Peticiones, Reglamento, Acuerdos y Bibliotecas ante una solicitud de diputados locales (Expediente D-16. 362/01). Un ex militante de J.P. en Oberá, Misiones, no duda en afirmar: “Figueredo era nuestro líder natural y aparte de representarnos políticamente, vos podías estar absolutamente seguro de su integridad humana y política, podíamos estar bien tranquilos, que él iba a estar en la defensa de lo que nosotros entendíamos como liberación o dependencia”. Ahora es el recuerdo de un ex militante del Partido (Peronista) Auténtico lo que se trae a colación: “A Juan siempre lo estábamos acompañando a los barrios, donde él tenía un diálogo muy fluido con la gente, muy fácil, le resultaba sumamente fácil establecer la charla. Generalmente, por supuesto, íbamos a un barrio donde ya teníamos algún conocido, algún amigo, pero nosotros veíamos con que facilidad él abría el diálogo con la gente desconocida, con la gente con la que por primera vez hablaba. Aparte él, era un hombre tan convencido de lo que hacía, que realmente cuando uno lo escuchaba hablar, era difícil no convencerse”. Ricardo Cáceres, “El Negro” también lo recuerda con infinito aprecio: “Me dicen: hay un maestro que quiere organizar algo; algo así como una Juventud Peronista y me invitan a una reunión a la que voy medio sin ganas y no muy convencido…ese día llovía torrencialmente y chapaleando barro llegué a su casa y entre mate y chipaí, conozco a Juan Figueredo. Era bien morocho, su piel grasosa le daba un brillo especial, anteojos de marco negro grandes, piernas cruzadas, manos grandotas y dedos largos, uñas firmes, ¡bien de negro! Desde ese día comenzaríamos una larga militancia que nos identificaría para toda la vida (…) Nuestras principales acciones se centraban en la militancia barrial en el Barrio Santa Rosa, en el Barrio Villa Poujade, en el Barrio Tatú –que toma su nombre por la forma de las casas (muy chicas) y el techo de fibrocemento de forma abovedada-; organizando las comisiones vecinales, organizando a los trabajadores de los distintos gremios. Llegamos a organizar el Sindicato de Mosaístas, el primer Sindicato de Empleadas Domésticas –cuya secretaria general fue la compañera Santa Bandera (ver su registro), quien militó permanente como un puntal a su lado-, el Sindicato de Panaderos y también logramos recuperar la conducción de un sindicato que por el perfil productivo de nuestra provincia es de suma importancia, como lo es el Sindicato de la Madera (…) ¡Maestro de la Vida, compañero imprescindible, diputado provincial Juan Figueredo, seguís vivo en nuestros corazones!”. Actualmente el Salón de los Pasos Perdidos de la Cámara de Diputados de la Provincia de Misiones, lleva su nombre.