Nacido en Rufino, Santa Fe, el 20 de noviembre de 1949. Artesano de la madera sabía tallar pequeñas caras que eran la admiración de la gente. Sensible al extremo, podían conmoverlo tanto un niño en la calle, como una canción de amor o un perro vagabundo. En abril de 1971 su padre falleció en un accidente y Juan Carlos con su madre y una hermana dejaron General Pico (La Pampa) para radicarse en Buenos Aires donde consiguió trabajo en una empresa de construcciones viales lo que le permitió viajar y conocer gran parte de nuestro país. Para 1973 ya era un cuadro de Montoneros y actuaba en el mismo con el sobrenombre de “Pedro”. Sanguíneo, directo, algo tosco, pero frontal, se caracterizó en la “orga” por ser un “fierrero”; es decir menos “chamuyo” y más “acción”. Unió sentimentalmente su vida con una piba de 18 años, seis años menor que él: Cristina Barbeito (ver su registro). En 1974, Juan Carlos militaba con el grado de oficial en la Columna Sur y era responsable político y sindical de un grupo de Juventud Trabajadora Peronista (JTP) en el conurbano sureño. Desgraciadamente no llegó a conocer a su hijo (al que le pusieron Pedro en honor a su memoria). En una cita de control en un bar de Lanús, provincia de Buenos Aires, el 20 de octubre de 1976, fue sorprendido por un grupo de tareas y malherido de dos itakazos; lo cargaron en el baúl de un Ford Falcon y se lo llevaron quizás (ojalá) muerto.