Nacido el 19 de diciembre de 1940. Militante montonero desaparecido a la edad de 37 años, el 31 de mayo de 1978. Fue asesinado luego por sus captores. Sus restos fueron exhumados e identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). “Pichila” Fonseca, de profesión carpintero matricero, inició su actividad sindical en Astilleros Río Santiago. En 1959 fue elegido delegado regional para las 62 Organizaciones Peronistas por la seccional Ensenada de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Organiza y milita en la Juventud Peronista (JP) de La Plata. Durante la “crisis de los misiles” -23 de noviembre de 1962- se encuentra en Cuba y se pone a disposición del gobierno revolucionario para enfrentar la agresión yanqui – “gusana”. También fue obrero textil, y con posterioridad, trabajó en Petroquímica Sudamericana y es elegido delegado gremial en el frigorífico Swift de Berisso en 1972. Para 1975 y en el contexto de la lucha obrera en contra del “Rodrigazo” fue dirigente de la “Coordinadora Sindical de Gremios en Lucha” que nucleaba a trabajadores no docentes, de astilleros, de Propulsora Siderúrgica, de Kaiser Aluminio y de SIAP. Para ese entonces era uno más en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y Montoneros. También estudiaba. Finalizado el secundario nocturno en el Colegio Nacional, primero cursó algunas materias de Derecho y luego optó por la carrera de cinematografía en Bellas Artes, graduándose en 1974, aunque no pudo recibir el título. Con otros compañeros fue fundador del Grupo Cine Peronista de La Plata, que filmó todos los hechos importantes a nivel militancia en 1972-1973. Este material, filmado en 8 milímetros, fue en buena parte recuperado luego de los años oscuros de la dictadura y se encuentra siendo procesado por personal especializado de la Comisión Nacional de la Memoria. Instalada la dictadura militar en marzo de 1976, debió dejar su trabajo en el frigorífico Swift, para seguir militando clandestino en La Plata hasta el 29 de mayo de 1978 fecha de su desaparición. Su cuerpo fue presentado sin vida, dos días más tarde, luego de un falso enfrentamiento en Mar del Plata; para luego ser enterrado en junio de ese año, en el cementerio de esa ciudad balnearia como N.N. por los represores. Años más tarde sus restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). En cierta oportunidad, ya durante la feroz represión militar, cuenta su amigo y compañero Gonzalo Chaves, que “Pichila” Fonseca y otros militantes esperan a uno que se retrasó: “La hora tope para llegar a la casa se fijó a las 22. A las 21.45 falta llegar un compañero. Fonseca propone jugar una partida de mus, de ese juego de naipes, mientras esperan. A las 22, deciden seguir jugando y esperan media hora más. El compañero no llega y abandonan la vivienda. Pichila sale en bicicleta y se pone a circular por los alrededores. A la madrugada el Ejército rodea la manzana, se instala con un cañón frente a la puerta de entrada y disparan. Como no hay ninguna respuesta penetran en el domicilio, revisan todo y se llevan lo que puede ser vendido como botín de guerra: televisor, heladera, muebles, etc. Los vecinos miran desde lejos, entre ellos está “Pichila” con su bicicleta. A la media hora se van y Fonseca, con esa tranquilidad y entereza que lo caracterizó toda su vida, entra a la casa, abre un embute que no fue localizado, saca el dinero, documentos y se retira”. El jueves 15 de septiembre de 2005, la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata, nombró al ex Distrito de ese ámbito, en acto público, con el nombre de “Sede Néstor Fonseca”. El evento permitió recordar a todos los estudiantes, docentes, no docentes y graduados de dicha Facultad desaparecidos y asesinados por la dictadura militar. Y el jueves 24 de noviembre del mismo año en la Facultad de Bellas Artes, la hermana de “Pichila”, recibió por su hermano el título universitario pendiente. Cuenta su ex compañero de militancia “Cacho” Fuentes: “No solo entregaban el diploma de él sino también de muchos otros que se recibieron recientemente. La secretaria académica de la Facultad describió la historia militante del “Pichila” y mientras leía, por la emoción se le hizo un nudo en la garganta, pero pudo continuar para decir que el título lo retiraría su hermana ya que Fonseca no podía retirarlo personalmente porque fue secuestrado y asesinado por la dictadura militar. Entonces sucedió algo mágico: el salón de actos estalló en aplausos con una duración de 5 minutos, mientras su hermana con el diploma en mano lo levantaba y bajaba como los deportistas con un trofeo preciado. Los que aplaudían de pie eran los otros que se habían recibido 30 años más tarde, más sus parientes y amigos”.