Roberto
Baschetti

Frías Alberga, Federico Guillermo

“Fredy” para su familia. “Carlos Agustín Torres” en su documento trucho. “El Dandy” para sus compañeros de militancia. Nacido en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, el 1º de mayo de 1952 en el seno de una familia de clase media acomodada. Padre ingeniero (Raúl Fidel), y una madre ama de casa (Teresa) que para esa época era una adelantada: fumaba y manejaba. Entró en la primaria y se recibió de bachiller en el Colegio “San Luis” de La Plata, regenteado por los Hermanos Maristas. Supo trabajar en Vialidad provincial. Sus nombres de combate eran “Quito” y “Lucio”. Fue oficial montonero (teniente primero) de las Tropas Especiales de Agitación (TEA) en la Columna Oeste de su organización. Previamente, comenzó militando en el Frente de Agrupaciones Eva Perón (FAEP), con la fusión pasó a integrarse a la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN), para luego abrevar todos, en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) de La Plata, en la Facultad de Ciencias Económicas. Después fue Conducción de esa organización estudiantil en aquella geografía. Luego con la proletarización pasó a Sindical y trabajó como metalúrgico en una fábrica. Desde el golpe de 1976 y hasta fines de 1979 activa la resistencia gremial y militar a la dictadura. Con una pareja de compañeros realiza trabajo social en Loma Hermosa, cerca de campo de Mayo nada menos: documentos truchos también y pintadas como aquella que decía “Argentina campeón, Videla al paredón”, con motivo del mundial de fútbol del ’78. Una compañera de nombre Juanita relata que su pareja Néstor y Frías salieron a buscar trabajo, por decisión propia, ya que no querían depender ‘de la guita de la orga’. Tuvieron que armarse de identidades de cobertura. Iban a la terminal de Retiro, por ejemplo, y uno de ellos revisaba los documentos perdidos y memorizaba el nombre de alguien parecido a otro, quien poco después se presentaba con esa identidad preguntando si habían encontrado su documento. Cuando consiguieron trabajo, se les ocurrió que podían saltar afiliaciones duplicadas. Entonces visitaron a los verdaderos dueños de los documentos perdidos como encuestadores y les preguntaron a que se dedicaban…”. Cubrían así todos los flancos. Entrenado en Zihuatanejo y San Miguel de Allende, México; Federico Frías, es incorporado a la Contraofensiva, a la cabeza de tropas de agitación (TEA) en el Oeste del Conurbano bonaerense, teniendo por misión interferir las frecuencias televisivas y transmitir mensajes montoneros a la población. Su centro de operaciones –donde vive con otros compañeros- es en la localidad de Gregorio de Laferrere. Hacen más de 14 operativos con éxito; entre ellos, en las cercanías de las fábricas Borgward y La Cantábrica. Es “chupado” por las fuerzas represivas en Buenos Aires el 1° de Mayo de 1980 y obligado a viajar a Perú un mes más tarde, en junio de aquel año, como señuelo, con el fin de apresar a cuatro montoneros residentes en ese país que al parecer estaban preparando un atentado contra el general Videla, que iba a asistir a un traspaso presidencial en Lima, como invitado oficial. Frías finge colaborar con sus secuestradores, pero una vez en la ciudad de los virreyes y cuando va camino a encontrarse con un contacto montonero, trata de escaparse en plena calle limeña, para luego poder avisar de la trampa montada por los servicios argentinos y peruanos. En un primer momento lo logra, pero luego es perseguido, herido, recapturado y desaparecido. “El operativo empezó mal para los milicos. Mi papá no solo les dio una cita falsa y casi se les escapa, sino que hubo que perseguirlo a balazos por una avenida al mediodía, golpearlo delante de un montón de gente, llevarlo al hospital, donde firmó un libro de ingreso y fue atendido por un médico que le cosió la cabeza”, dirá su hijo Joaquín. El mismo Joaquín, que poco a poco, papel a papel, va reconstruyendo la vida de su amado padre que en plena dictadura le escribió a él: “Joaquincito, qué puedo hacer para que entiendas por qué no estoy ahora con vos, llevarte a la calesita, montarte a caballito o remontar un barrilete juntos. Quisiera que fueras grande por un ratito y que después vuelvas a ser chiquito. Sé que brotaría de tus labios una sonrisa compinche y que me harías con tus deditos la ‘ve’ de la victoria”. El 1° de septiembre de 1980 su madre presenta un recurso de Habeas Corpus en favor de Federico en el Juzgado Federal de Primera Instancia número 3 de La Plata, a cargo de Héctor Adamo. Le dan un número de expediente: 19.780. El laberinto judicial no aporta nada. Años después, un sargento retirado del Ejército de nombre y apellido Nelson González, asevera que Frías fue fusilado con otras tres personas en el Polígono de Tiro de la guarnición militar de Campo de Mayo y enterrado cerca de allí; lo tenían secuestrado en el CCD “El Campito”.