Este querido compañero falleció el jueves 18 de julio de 2024, luego de una penosa enfermedad. Él mismo nos contó sobre su militancia. “Nací en el ‘50. El año que más pibes nacieron en la Argentina en el siglo XX. Seguramente porque el 49 fue el año de apogeo económico del peronismo. Crecí en un hogar peronista, mi viejo militante sindical fundador del sindicato de Luz y Fuerza y mi vieja ‘evitista’ a muerte. Vivíamos en una piecita en Villa Luro, en un PH donde abajo vivía mi abuela. Fueron años muy felices, éramos humildes, pero nunca nos faltó nada. La comida del mes la comprábamos en la cooperativa de consumo del Sindicato, y además conocí el mar gracias al peronismo. Mi viejo padeció el bombardeó a la Plaza del ‘55, laburaba a media cuadra, y después del golpe, perseguido, no estuvo en casa por un tiempo largo. Empecé a militar muy joven en los grupos de Juventud Peronista (JP) que estaban originados en los sindicatos, cuando empezó la Resistencia Peronista. Por otro lado, armé una cooperativa cultural en mi adolescencia y comencé a estudiar cine. Entonces conocí al ‘Negro Quique’ (Enrique José Juárez) y armamos uno de los grupos de Cine Liberación en los ’60. Además de producir una película, dábamos funciones clandestinas de ‘La Hora de Los Hornos’ con debate político. Ahí nos conectamos con Carlos Alberto ‘Pingulis’ Hobert, e ingresamos a la ‘Orga’, a Montoneros. En una función de la ‘peli’ en San Fernando, conozco a un grupo de compañeros que pasan a hacer el primer trabajo territorial de la ‘M’ en Zona Norte, y con ellos articulamos y coordinamos todos los grupos de compañeros en todos los distritos de la Zona. Inicialmente el grupo hacía acciones de difusión y agitación, hasta que todos empezamos a tener instrucción militar y pasamos a integrar los grupos de combate. Por mi antigüedad, entrega y capacidad política fui seleccionado para integrar la Conducción de Columna de Zona Norte. Con el ‘Negro Quique’ y otros compañeros creamos la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y ahí entro a trabajar en el Astillero ASTARSA del Tigre. Hicimos una gran tarea sindical acompañando a los que ya venían trabajándola y muy bien, en el ámbito de ese gremio naval. Cuando llega el ‘76 y la represión militar, nos replegamos y finalmente terminamos desperdigados. Logré subsistir en la Capital con una identidad nueva inventada, y con un trabajo que me permitió sobrevivir con mi familia. En el ‘83, vuelvo hacer política en el peronismo hasta hoy. Mis objetivos últimos serían lograr la Revolución Peronista inconclusa. Desarrollar la lucha, la organización popular y la militancia incondicional como ejes centrales de rescate de aquellos ideales que tuvimos en los ‘70. Siempre recordando y teniendo presente a todos los compañeros caídos en la lucha por una Patria con equidad y justicia. Justa, Libre y Soberana”. Cabe acotar que, con el regreso de la democracia, Luis Fucks, fue el titular de “puntosur editores” y que editó mi primer libro de los 40 que ya tengo en mi haber. Se titulaba Documentos de la Resistencia Peronista 1955-1970 y fue impreso en 1988. No hace mucho, Fucks editó sus memorias en enero de 2021 (3Banderas-Jironesdemivida), un libro que lleva por título Crónicas de la patrulla perdida. Amor, deseo, Revolución y Muerte en los 70. Allí en un momento cuenta cuando la patota lo fue a Buscar a Darío (que era él, ese era su nombre en la organización Montoneros): “Los esbirros de la Junta Militar empezaron la persecución por la casa del padre de Darío. Rompieron todo, incluso los cuadros que el viejo pintaba como hobby. Con el agudo ingenio y buen gusto que los caracterizaba, grafitearon en las paredes de las habitaciones cruces esvásticas y sofisticadas leyendas como ‘Judíos de mierda. Los vamos a matar a todos’. Inmediatamente llevaron a su padre y la nueva pareja de su padre, que en ese momento estaba embarazada, al último domicilio conocido de Darío –donde vivía cuando trabajaba en la empresa eléctrica- y les hicieron un simulacro de fusilamiento”. El libro revela momentos hasta el momento desconocidos de la militancia montonera y se muestra crítico con la conducción partidaria. Es la vez un excelente testimonio de la militancia política en los ’70 estando además excelentemente escrito.