Porteño, nació el 19 de noviembre de 1949. Vivía en avenida San Martín 1946, 2º piso “D”, barrio de La Paternal. Trabajaba en la fábrica Grafa como médico. Sus compañeros de la facultad de Medicina le decían “Zote”; ahí militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Para la militancia era “Cocho”. Cae en una cita en un bar, en esta Capital, en la Avenida San Martín y Camarones a las 11 de la mañana del domingo 28 de noviembre de 1976. Era el responsable de Sanidad Zona Capital de la organización Montoneros. “No desaparece quien deja huella” reza la placa que, con el impulso de los trabajadores del Hospital Dr. Teodoro Álvarez, se colocó en su entrada, el 24-03-2002, como sentido homenaje a Oscar César Furman, quien fue médico de la institución. Una parte de algo que él dejó escrito: “Y si mi carne se me queda porque en el camino acechan terribles profundidades que me pueden ganar de mano en una curva, bueno… mi carne jamás estará sola. Espíritus secretos, hijos del vino, de la noche, del sol, de su puesta, brazos extendidos, manos que se abren, risas, besos, el alma palpitante, repleta de vida, la savia espesa, alrededor mío, de mi carne, me acompañarán velando hasta que el negro telón sea definitivamente corrido y todas nuestras carnes definitivamente vida. Así será. Por eso vivo”.