Roberto
Baschetti

Gallardo, Manuel

Nació el 5 de julio de 1935. Histórico militante de la Resistencia Peronista. En el año 1954, un año antes de la asonada cívico-militar que derrocó a Perón se recibió de policía provincial. Luego del 16 de septiembre del ’55 cayó a Necochea –donde él revistaba- un camión de la Marina de Guerra y el capitán de Fragata Zorroaquín le arrancó la charretera y lo acusó de tener posesión de literatura sobre el “tirano prófugo” y atentado a la “libertad de prensa”. No se amilanó, imprimió volantes para marchar hacia la huelga general en repudio a los “gorilas”. Se sumó a la revuelta fracasada del 9 de junio de 1956. Terminó en prisión. En 1958, amnistía de por medio, salió en libertad y se dedicó de lleno a apoyar una importante huelga regional del frigorífico de Monte Grande, pero como la sublevación popular al “maquiavelista” de Frondizi, iba en aumento, se decretó el Plan Conintes (Conmoción Interna de Estado) para apresar huelguistas y obligarlos a trabajar entre otras “bondades” del sistema capitalista. Fue nuevamente detenido y ahora además torturado. Salió de la cárcel en marzo del 1963 –gobierno interino de José María Guido- y ya el 12 de agosto del mismo año con otros compañeros (Grupo de la incipiente J.P. titulado “Dele-Dele”) decidieron mojarles la oreja a los militares y sustraer el sable de San Martín y hacérselo llegar a Perón. Según estos compañeros, los militares en el gobierno eran indignos de tener tal reliquia en tanto entregaban la nación al extranjero. Logrado el objetivo de su sustracción, se armó un quilombo padre de aquellos. Los detuvieron y nuevamente fue torturado. Por medio de un militar retirado peronista que contactaron e hizo de intermediario el sable volvió a su lugar de origen. Pasó por la cárcel de Caseros e hizo huelga de hambre; se mantuvo 17 días con medio litro de agua al mediodía y a la noche. Al final en 1966 antes de la dictadura de Onganía lo excarcelaron con libertad condicional. Sobrevivió con puestos de venta callejera (una parrilla por ejemplo) y tuvo un cargo en el gobierno del ’73 pero después del tiroteo de Ezeiza del 20 de junio todo se desmadró. Durante la última dictadura se recicló como taxista. Entre 1992 y 1996 terminó otra vez en “cana” por un asunto de drogas. Liberado salió a vender pochoclo en las plazas y a militar una vez más en el Movimiento Nacional Justicialista. Las nuevas generaciones vieron en él a un tipo que siempre se la jugó por el regreso de Perón y quisieron oír sus relatos que muchas veces terminaron en medios de Quilmes y Berazategui, ciudades donde vivió y en el documental de Nahuel Machesich (El Sable) que en el 2016 fue llevado al cine. Gallardo era el único sobreviviente por entonces de aquella epopeya. Lo convocaron de la Secretaría de Derechos Humanos para ayudar a los viejos resistentes que vivían con penurias. El 22 de marzo de 2019, la Comisión Bonaerense por la Memoria le entregó por manos del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, un diploma en reconocimiento a su trayectoria. Aportó con su razón y con su corazón al peronismo que encarnaba y encarna Cristina Fernández de Kirchner. Dolorosamente en sus últimos momentos de vida se creía preso, presentaba cuadros febriles y exhibía avances de senilidad. Falleció el sábado 16 de enero de 2021 a la edad de 85 años. Desde Quilmes, la gobernadora Mayra Mendoza lo despidió en las redes como lo que fue: un “Héroe de la Resistencia”. El mismo Gallardo que solía decir: “El pueblo cuando se organiza deja de ser masa, como decía Perón, y ahí está su potencia”.