Nació en Mar del Plata un 16 de enero de 1943. Gozaba del mar que tenía a mano y cuando iba a la playa, con la inocencia intacta de su niñez, esperaba al barquillero para ver cuantos se ganaba de un solo saque; y si al salir de la arena para volver a su casa, llovía: fiesta completa, porque adoraba caminar bajo la lluvia. Delia era docente y trabajadora textil: mucho trabajo y poca plata. Un día decidió que tenía que sumarse a la lucha popular y cuando se quiso acordar, a su peronismo innato (Juventud Peronista) le sumó un montonerismo creciente y exponencial. Se trasladó a vivir a La Plata y se hizo muy amiga de Mirta Clara. Allí tenía tiempo para todo: desde militar y hablar de política hasta como enraizar y regar las plantas de la mejor manera posible. Estudiaba Odontología y trabajaba en el Frigorífico Swift. Concurrió a una cita sola por la calle 13; desde un patrullero le dieron la voz de alto que no acató. Corrió a contramano del vehículo para tomar distancia de los verdugos, pero una bala traidora se aloja en su pierna y cae al suelo. Allí mismo es rematada con un disparo en la cabeza, el 22 de diciembre de 1976. La bala asesina no pudo impedir sin embargo su pasión por la liberación nacional de nuestra Patria. Sus compañeros y amigos de La Plata, eligieron un escrito de Juan Gelman para recordarla en 1995: “Nuestro cementerio es la memoria. Allí enterramos a los compañeros queridos. Tenían un mar en la frente y les crecían flores con distracción y tibieza. No tenían el alma, enfermos de prudencias humanas…”.