Roberto
Baschetti

García Pagliaro, Adrián Horacio

Nació el 22 de octubre de 1954 en Capital Federal. Fana de River. Bachiller-Maestro en el Colegio Nacional Mariano Acosta. Le faltaban tres materias para recibirse de médico. Para sus amigos de Juventud Trabajadora Peronista (JTP), siempre fue “Tortuga”. Era delegado de base en la Caja Nacional de Ahorro y Seguro en el sector “Primas S.V”. De allí, de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, se lo llevaron el 28 de marzo de 1977, en plena zona de Congreso, a las 17,15 hs. Sus secuestradores lo esperaron en dos coches en la playa de estacionamiento reservada a la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL), cuyo ingreso sólo está permitido a vehículos oficiales. El operativo fue visto por personal de vigilancia de la Caja y por un agente de la Policía Federal de custodia en el sitio, quienes no sólo no intervinieron en defensa del secuestrado, sino que además al intentar éste reingresar a la institución para no ser “chupado”, cerraron las puertas de salida, impidiéndole resguardarse y a su vez dejando encerrado al resto del personal que intentaba retirarse. Al momento del secuestro el presidente de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro era el Coronel ® Héctor Enrique Walter y el Jefe de Seguridad, el señor Adolfo B. Cuenya. Cuando García Pagliaro padre, le preguntó al Coronel Walter, por la suerte de su hijo, este le contestó que Adrián Horacio “había sido secuestrado por elementos subversivos que habían ingresado a la playa de la CAL con documentos falsos…”. El compañero fue visto con vida antes de su asesinato, en el CCD “Quinta de Seré” (dependiente de Fuerza Aérea), por su compañera de trabajo Carmen Floriani. Pero pasó el tiempo y no hubo olvido. El 6 de noviembre de 2006 –Día del Bancario- la Comisión Permanente de Homenaje a los Detenidos Desaparecidos de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, colocó una placa con el nombre de él y los otros 14 asesinados que trabajaban en aquella empresa pública, en la calle Hipólito Yrigoyen entre Solís y Entre Ríos. Además, oportunamente, sus familiares y amigos le escribieron: “Te desaparecieron cobardemente pero no pudieron quitarte la vida porque tu existencia, ejemplo de alegría y coraje, siempre estará presente en nuestros corazones. No hay olvido. No hay perdón”.