Nacido el 6 de septiembre de 1944. Oriundo de Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires (otros dicen de Pringles, también provincia de Buenos Aires). Termina en La Plata la escuela secundaria en el turno de la noche. Andaba siempre con su poncho rojo defendiendo las ideas revisionistas de la historia argentina. Fue por entonces que sus compañeros le pusieron de apodo “El Gaucho”. Delegado gremial en Propulsora Siderúrgica de Ensenada donde trabajaba en la parte administrativa. Peronista. Activista montonero. Profundamente cristiano. Integrante de la JTP y de la Coordinadora de Comisiones Internas y Delegados en Lucha de La Plata, Berisso y Ensenada que protagonizaron el “Rodrigazo”. Secretario General de la Confederación General del Trabajo en la Resistencia (CGT-R) contra la dictadura militar, conjuntamente con compañeros del SMATA Córdoba, UOM de Villa Constitución y FOTIA de Tucumán. Los compañeros de Buenos Aires de la CGT-R, se reunían en una carpintería; entraban como si fueran operarios y ahí funcionaban. Detenido en la Estación Retiro cuando intentaba partir hacia Rosario para organizar allí la lucha gremial. Como se resistió a su detención le dieron un fuerte culatazo. Eso fue el 9 de diciembre de 1976. Por su condición de jefe natural, el “Gaucho” Garín era muy buscado por la patota policial-militar concentrada en el Garage Azopardo. Se entiende entonces que hayan regresado exultantes el día que lo trajeron con un golpe muy fuerte en la cabeza. A pesar de su estado lo mandan directamente al cuarto de tortura e intentan reanimarlo, pero sin éxito. El médico montonero secuestrado y obligado a trabajar con los verdugos, que se llama Norberto Gómez, lo examina y diagnostica que está en coma, que en ese estado no va a decir nada, ni aún bajo tortura. Está así un día y medio hasta que, para sorpresa de todos, se produce un gran revuelo. En realidad, no estaba en coma, lo había simulado. En un momento lo dejaron suelto en la camilla, desnudo, y el guardia que lo vigilaba se quedó dormido. Garín agarró un cuchillo y partió en busca de la salida. Buscó un vehículo, subió, lo hizo arrancar, dio vueltas, pero no pudo lamentablemente encontrar la salida. Lo recapturaron pero al menos ganó el tiempo que necesitaba y a partir de su determinación, terminó la cadena de caídas de la conducción de la CGT-R. Luego de casi dos días de “desaparecido” todas las alarmas ya habrían funcionado y nadie iría a ninguna cita. Nuevamente torturado no cantó a nadie y negó todo lo que le imputaban. Nunca se “quebró”. Sigue desaparecido. Su pareja, Susana Ure, afirma que: “Influía mucho en él su formación cristiana, no sé de donde le venía, por eso primero creía y luego hacía. En el Gaucho se notaba mucho su forma de hablar, de decir ‘angelitos de Dios’. Para mí era muy llamativo, me producía una sensación de cierta ingenuidad, su convicción cristiana terminaba siendo un rasgo ingenuo al creer en la bondad de todos (…) Eso es lo que yo vi en él: un perfil noble. Es impresionante, nunca más vi una cara con esa nobleza”.