Nació el 19 de septiembre de 1944 en el seno de una familia católica practicante. Era el segundo de cuatro hijos del matrimonio conformado por María Zulema Truffa y Silio Mario Enrique Gazzarri. Creció en el barrio porteño de Caballito. Primaria en el colegio San José de Calasanz. Con 12 años ingresó al Seminario Menor de Villa Devoto. Fue sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires y de la Congregación de Hermanitos del Evangelio Carlos de Foucauld. Cuando se ordenó sacerdote el 27 de noviembre de 1971, ejerció en la parroquia Santa Rosa de Lima (avenida Belgrano y Pasco, Balvanera); su compromiso social con los humildes lo llevó a participar en la organización guerrillera “Descamisados”, conformada en su amplia mayoría por cristianos y peronistas. Fue integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM), y un referente de la Teología de la Liberación tomando como propia la “opción por los pobres”. Siendo todavía seminarista había desarrollado su militancia y acción pastoral en las villas de la Isla Maciel en el Dock Sud. Luego pasó por la Parroquia Nuestra Señora del Carmen del barrio de Villa Urquiza. Se ganaba la vida como electricista y vivía en La Boca. Secuestrado-desaparecido a la edad de 32 años, el 27 de noviembre de 1976 –quinto aniversario de su ordenación sacerdotal- por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), al bajarse de su automóvil, frente a la casa de su padre. Fue brutalmente torturado, pero no pudieron sacarle ninguna información. Cuentan que su interrogador “le decía que era joven y con mucho futuro, que lo mejor sería que colaborara porque su padre se estaba muriendo y su familia lo extrañaba mucho. Que podría irse si denunciaba lo que sabía, si daba nombres de compañeros”. Fue “trasladado” en enero de 1977. Siempre militante revolucionario peronista, se autodefinía como un “montonero sacerdote”. Era integrante además de la cúpula de los “Cristianos para la Liberación”. En un nuevo aniversario de su desaparición, en 2002, se descubrió una placa en su homenaje, en la Plaza “Esteban Echeverría”, Triunvirato y Pedro Rivera, Barrio Urquiza, Capital. Quienes lo conocieron, escribieron: “¡Pablito, nunca fuiste ausencia! Tu sonrisa de Jesús es ahora un faro y te vemos aparecer siempre en la lucha por los pobres”. Ya en el año 2016, al cumplirse 40 años de su “desaparición”, la “Comunidad Misericordia” le rindió un emotivo homenaje en la Parroquia Nuestra Señora de la Misericordia, sita en avenida Larrazábal 2372 del barrio porteño de Mataderos: una misa en su memoria y el descubrimiento de una placa recordatoria.