Roberto
Baschetti

Getino, Octavio

Nacido en la ciudad de León (en la provincia de Castilla y León, España, el 6 de agosto de 1935), producto de un cáncer falleció el 1º de octubre de 2012, a la edad de 77 años. Su madre era ama de casa y su padre carpintero. Poniendo distancia del franquismo y la pobreza, llegó a la Argentina en 1952. Hasta alcanzar un merecido reconocimiento por su obra intelectual y artística, se ganó la vida como obrero metalúrgico, lavacopas y periodista. Lavacopas cuando recién empezó; no había otra. Periodista por ser Secretario de Prensa y Difusión de la “Juventud Republicana en el Exilio” en tanto publicaba cuentos y poemas de su autoría en medios afines de la comunidad española. Luego del derrocamiento por la fuerza bruta del gobierno de Perón en 1955, se incorporó a la Resistencia Peronista como dirigente sindical metalúrgico hasta que lo echaron de la planta de Siam Di Tella. “Cuando advertí que pensaba exclusivamente en imágenes, pasé al cine”. Fue parte de una camada de cineastas que puso su pasión y su técnica al servicio de la liberación nacional y social de nuestra patria. Precisamente con el nombre de “Grupo Cine Liberación” integró junto a Nemesio Juárez, Fernando Solanas y Gerardo Vallejo un equipo de trabajo que dio a luz una serie de películas inolvidables. En 1968 “La Hora de los Hornos (Notas y testimonios sobre el neocolonialismo, la violencia y la liberación)” con la colaboración del cineasta cubano Santiago Álvarez y exhibido por años en la clandestinidad de clubes barriales, sindicatos y centros de estudiantes. Este documental cuando fue exhibido por primera vez, en el Festival de Pesaro, Italia, (junio 1968) ganó el premio principal del evento y se convirtió en un paradigma para el cine del Tercer Mundo. En ese mismo año, Getino, fue co-guionista de “El camino hacia la muerte del viejo Reales” que dirigió Vallejo. Un año más tarde realizó “Argentina, mayo de 1969: los caminos de la liberación” en homenaje al pueblo argentino y sus luchas de aquel año. Para 1971 y con Solanas a su lado, fue el turno de “Actualización política y doctrinaria para la toma del poder”; allí Juan Domingo Perón desde su exilio madrileño y frente a las cámaras de ambos cineastas da una lección de historia y política argentina. Dicha producción se divide en tres partes o capítulos: “El justicialismo, la identificación del enemigo y la unidad”; “Conducción política y guerra integral”; El trasvasamiento, la organización y el socialismo nacional”. De ese mismo año es “Perón, la revolución justicialista” en donde el Líder historia el nacimiento y desarrollo del Justicialismo en tanto su palabra es acompañada por material de archivo. Ya en 1972, Getino realiza su único film ficcional: “El familiar” donde se ocupa del mito (Zupay, el diablo) y la explotación patronal del terrateniente sobre el campesino, en el norte argentino. Ya durante el tercer gobierno peronista y por un reducido período de tiempo –agosto a noviembre de 1973- es nombrado interventor del Ente de Calificación Cinematográfica, un organismo que durante la dictadura de Onganía sirvió para la censura de películas ó su prohibición lisa y llana. Él desde ese cargo hizo exactamente lo contrario. Haber permitido el estreno de “Último tango en París” le costó años de persecución judicial. Con el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 tuvo que exiliarse para salvar su vida: primero en Perú, luego en México. En una nota aparecida con motivo de su deceso en el matutino “Tiempo Argentino” se recuerda que lejos de su país “continuó su obra fílmica y literaria. De sus tareas más recientes se destaca la de haber sido coordinador regional del Observatorio del Cine y el Audiovisual Latinoamericano de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (OCAL-FNCL). Su tarea como docente fue notable en cursos de postgrado en FLACSO filial Buenos Aires y en la Universidad Nacional Tres de Febrero, igual que la de consultor en organismos internacionales (Unesco, PNUD, FAO y PNUMA) en temas de medio ambiente, comunicación y cultura en varios países de América Latina. En cuanto a libros, publicó numerosos trabajos sobre temas del cine, la cultura y la comunicación latinoamericana y argentina. De hecho, fue uno de los impulsores locales del concepto de ‘industria cultural’ que comenzó a investigar en los años ochenta”. Al comienzo del gobierno de Menem fue director del Instituto Nacional de Cine (1989-1990) pero fue separado de su cargo por un decreto presidencial (Nº 2450), al estar en desacuerdo con el subsecretario de Cultura, Julio Bárbaro y las políticas oficiales en la materia, y al que acusó púbicamente junto a Nemesio Juárez, en una nota publicada en el matutino Nuevo Sur del 3-12-90, bajo el título de “Las barbaridades de un subsecretario”. En 2010 le reeditaron “Chulleca” un libro de cuentos por el cual en 1964 obtuvo el Premio Casa de las Américas en Cuba. Una de sus últimas entrevistas le fue concedida a la Agencia Paco Urondo y en la misma hace referencia al anuncio que realizó Cristina Fernández de Kirchner sobre la creación del Polo de Desarrollo Audiovisual (agosto de 2012); en la misma puede leerse que “Lo de la presidenta me parece formidable en la medida que es la primera vez que escucho a un presidente hablar del cine como industria también, no sólo como producción de contenido, sino como actividad industrial, tecnológica que genera valor agregado, empleo y demás”. De la época del “Grupo Cine Liberación” antes citado, debe mencionarse la importancia de un trabajo teórico que dieron a conocer bajo el título de “Hacia un Tercer Cine” y en el cual Getino tuvo mucho que ver. Recuerda: “Dividíamos la producción cinematográfica en distintos niveles. Así el primer cine era el que respondía al modelo imperial hollywoodense; el segundo cine, era aquel cine de autor ‘presuntamente independiente’ y por lo tanto meramente reformista e incapaz de modificar las relaciones de fuerza con el sistema dominante –experiencia ligada en Argentina al nuevo cine de la generación del ’60- y el Tercer Cine; un cine de destrucción y de construcción a la vez. Destrucción de la imagen que el neocolonialismo ha hecho de sí mismo y de nosotros. Construcción de una realidad palpitante y viva, rescate de la verdad nacional en cualquiera de sus expresiones”.