Roberto
Baschetti

Girado, Víctor Marcelo

Estaba decidido a hacer una vida sana dentro de sus posibilidades. Rosario, donde vivía, se prestaba para ello con playas, sol y corredores aeróbicos que él frecuentaba; allí le agradaba caminar. Inclusive se había comprado una moto para a cierta velocidad, beber el aire puro de la costanera y el río. O en bicicleta, pedalear acompañando los atardeceres rosarinos. Lamentablemente en julio de 2019 y a la edad de 67 años, nos dejó abruptamente, cuando un colapso cardíaco lo derribó en plena calle. De joven como tantos otros pensó que la revolución era posible dentro de las formas y contenidos del peronismo combativo. Estudiante de Psicología en la Universidad de Rosario se sumó a las huestes de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), ahondó su compromiso con la liberación nacional y social de nuestro pueblo y se sumó a Montoneros. Su perspicacia y su arrojo lo llevaron a ser seguridad armada de la conducción nacional montonera en Cuba, durante los años de plomo. Con la vuelta de la democracia, al tiempo se instaló nuevamente en la ciudad portuaria de sus amores. Se recibió de psicólogo social y como trabajo administraba un colegio terciario en Rosario. El compromiso político no lo dejó de lado. Primero militando en el Peronismo Revolucionario de los ’80, luego formando parte del staff de la revista histórico-socio-cultural “La Memoria de Nuestro Pueblo”. Allí lo conocí cuando coincidimos en la presentación pública de un número del mensuario que hizo época en las letras rosarinas. Su amigo y ex compañero de militancia, Daniel Alberto Zárate, me dice que Giraudo dejó un hijo de nombre Camilo y que siempre lo recordará como muy buena persona y como un tipo ameno y jodón cuando hacía falta para levantar los ánimos. ¡Chau Víctor!, seguramente ahora, en algún terreno celestial si lo hay, serás parte de la comitiva y la custodia de aquel Barbudo que multiplicaba los panes y los peces, para que su pueblo no se muriera de hambre.