Roberto
Baschetti

Gómez, Lila Rosa

Natural de Córdoba donde nació un 10 de diciembre de 1954. A los dos años se mudó con su familia a la ciudad serrana de Villa Dolores, ciudad que amó desde siempre. Cursó los estudios primarios en la Escuela San Martín, siendo abanderada. Los estudios secundarios los cursó en la Escuela Normal. Vivió casi toda su vida en la calle Belgrano al 500. Para seguir la universidad se va a la capital cordobesa. Cuadro de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en Medicina y en Arquitectura. Montonera. Secuestrada-desaparecida el 6 de diciembre de 1975 en las inmediaciones del monumento a Dante Alighieri, sito en Parque Sarmiento de aquella provincia mediterránea. Con ella fueron también secuestrados y asesinados sus compañeros de militancia Luis Agustín Santillán, Alfredo Felipe Sinópoli (pareja de Lila Rosa Gómez) y Enrique Ricardo Saibene. (Ver sus respectivos registros). Hasta el momento habían sido infructuosas todas las averiguaciones que se hicieron para tratar de saber su paradero. Su padre murió sin poder ver a los asesinos de su amada Lila condenados, ni sus restos recuperados. Pero la historia se sigue escribiendo y los culpables quedan marcados: en julio de 2015 las actas de aparición y los certificados de defunción de 4 estudiantes asesinados en La Perla y hallados por el Equipo Argentino de Antropología Forense –EAAF- en Hornos La Ochoa, predio de La Perla, fueron entregados a sus familiares. Uno de dichos estudiantes es Lila Rosa Gómez. Una nota de color: Cuando Lila Rosa Gómez se puso de novia con Sinópoli espero a que su hermana Ana cumpliera 15 años y en dicha fiesta lo presentó en sociedad a su familia. Lila entró del brazo de su prometido feliz y radiante, pero al papá de ella se le pusieron los pelos de punta (y eso que era pelado) ya que ese chico era de un pueblo cercano a San Luis y tenía fama de mujeriego en toda la zona. Pero está visto que nunca hay que manejarse con preconceptos en la vida. Lila y Alfredo fueron muy felices y se amaron intensamente en tanto vivieron; empezaron a comprar enseres para su futura casa y ya tenían la ropa de ocasión y los anillos para su futura boda. Secuestrados y luego desaparecidos, de sus labios no salió un solo dato que ayudara a secuestrar a nuevos compañeros. Siguieron siendo fieles consigo mismos y con la causa que los abrazaba.