“Anita”. “Lucía”. Comunicado: “A las 18.40 hs. del día 16 de junio de 1976, el Pelotón de Combate ‘Carlos Caride’ del Ejército Montonero, a través de uno de los integrantes de su personal, la compañera Ana María González, procedió a colocar una carga explosiva debajo de la cama del Jefe de la Policía Federal, General de Brigada Cesario (sic) Cardozo, que debía estallar a la hora 1.30 del día de la fecha. La operación en su conjunto, tanto en la fase de inteligencia e infiltración, como en la de ejecución final, se desarrolló conforme a lo planificado, lográndose el objetivo de ejecución del represor Cardozo, sin bajas en la fuerza propia. Al cumplirse el 21° aniversario de la Masacre del Pueblo en Plaza de Mayo llevada a cabo por estas FF.AA. represoras y cipayas que hoy han vuelto a adueñarse del poder para servir a los monopolios, nuestro Ejército Montonero hace efectiva con esta acción la condena a muerte con que la justicia popular ha sentenciado a los represores del Pueblo Argentino. Este es el inexorable destino de los integrantes de este Ejército que pone sus armas al servicio del imperialismo y la oligarquía y cuyo objetivo es la explotación de los trabajadores y el pueblo…”. Ana María González tenía 18 años (nacida el 28-2-56 en San Fernando), estudiaba Magisterio en el Normal 10 de Belgrano (una alumna de notas de ocho para arriba) y le faltaban 5 meses para terminar sus estudios. Era compañera de clase de una hija del General Cesáreo Ángel Cardozo, jefe de una Policía Federal que por día “se cargaba” a más de 20 personas de las cuales luego no se tenía ni el más mínimo rastro, salvo que sus cuerpos destrozados aparecieran en algún lado como escarmiento. Ana María –que había pasado como militante por la Unidad Básica “Ramón Cesaris” de Beccar y había ayudado con apoyo escolar a los más pequeños en un barrio obrero de San Isidro llamado Monte Viejo, le pasó el dato a sus compañeros y estos a sus superiores y así se llegó a la decisión de atentar contra Cardozo. Ana María y María Graciela Cardozo, por varios días estuvieron estudiando en el departamento familiar de ésta. En el día indicado en el comunicado transcripto antes, Ana María puso debajo de la cama matrimonial de los Cardozo, 300 gramos de trotyl escondidos dentro de una caja de perfume ‘Crandall’ y después con una excusa cualquiera se ausentó del departamento. Murió sólo el General, su esposa que veía T.V. en el living se salvó y las hijas también. Ana María, como era de esperar pasó a ser la persona más buscada del país. Su padre, era médico cirujano. A su madre (Ana María Corbijin), una psicóloga que vivía en Béccar, provincia de Buenos Aires, los paramilitares le volaron la casa en represalia. En 1977, Ana María (“Anita” también la llamaban) iba con su compañero (Roberto ‘Beto’ Santi – ver su registro) en un automóvil cambiando de refugio cuando cayeron en una ‘pinza’ del Ejército armada frente a la UOM de San Justo, de la cual salieron ambos: (él conduciendo, ella a los tiros). Abatido por los disparos fallece el soldado conscripto Guillermo Félix Dimitri. Pero ella también quedó malherida y fue revisada por un médico montonero (“Anselmo”) que diagnosticó la necesidad de una cirugía mayor para salvarla. Ella no quiso. Con racionalidad se dio cuenta que la “cana” iba a preguntar, que iba a saltar quien era ella y que la iban a torturar y a matar lentamente, además de que su captura iba a ser presentada como un triunfo. Allí se quedó. ‘Beto’ la besó y la abrazó y lloró desconsoladamente. Ella lo dejó hacer, buscó su mano, la apretó y le dijo: ‘Decíle a los compañeros que los quiero mucho’. Al rato expiró. ‘Beto’ con el otro compañero (Anselmo) se quedó toda la noche despierto, velándola; a la mañana siguiente, rociaron el cuerpo de Ana María y las paredes con nafta y prendieron fuego al lugar. Lograron un doble objetivo: El cuerpo no tenía que caer en manos de los militares, ni estos saber que había sucedido. Quien quiera profundizar sobre la vida y militancia de Ana María González, debe hacerse de un ejemplar (para leer de un tirón, como yo lo hice), del libro del historiador Federico Lorenz aparecido en 2017, titulado “Cenizas que te rodearon al caer”. En ese mismo libro se confirma que el hijo de Cesáreo Cardozo “un joven militar cuando mataron a su padre, siguió su carrera militar. Hoy está detenido en el Penal de Chimbas, acusado por delitos de lesa humanidad cometidos cuando prestaba servicio en el Regimiento de Infantería de Montaña 22, como parte de los grupos de tareas que actuaron en la provincia de San Juan”. Para seguir con esta reseña, una reflexión al respecto, del poeta popular Jorge Falcone (hermano de Claudia, asesinada en “La Noche de los Lápices”), escrita en enero de 2006: “A treinta años del genocidio mayor de nuestra historia y cuando programas televisivos de alto rating como ‘Algo habrán hecho’ conducido por la dupla Pigna-Pergolini, se han propuesto recuperar para el heroísmo figuras tan mancilladas como las de Belgrano, Moreno ó Castelli, enamorando a nuevas generaciones con el retorno de la historicidad, acaso haya llegado la hora de re-significar la figura del detenido-desaparecido en general y la del represaliado por el poder en particular, para que no goce de todos los honores de la memoria solamente un grupo de estudiantes capaces de conquistar el Boleto Estudiantil Secundario, al precio del olvido sistemático de otros que, como Ana María González, a la misma edad se permitieron volar por los aires a un genocida y caer en combate anónima y silenciosamente después”. Y siguen los reconocimientos, algo que siempre es oportuno e imprescindible para no olvidar nuestra historia reciente. Dice Carlos Kike Muñoz, militante montonero, apresado pero sobreviviente al genocidio perpetrado: “Si alguien hubiera atentado y ejecutado a Heinrich Himmler, el Jefe de la Gestapo de Hitler, allá en tiempo de la Segunda Guerra Mundial, sería considerado un héroe, alguna avenida central lo recordaría y su nombre figuraría en los manuales de Historia. La compañera Ana María González de tan solo 19 años de edad, ejecutó en un día como hoy, hace 45 años, al General Cesáreo Cardozo, jefe de la Policía Federal de Videla, responsable directo del secuestro, tortura y asesinato de cientos de compañeros, Jefe Operativo del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y uno de los mayores apologistas del método de secuestro y desaparición de militantes populares. Ninguna placa, ninguna calle, ningún libro de historia, recuerda a esta valiente y comprometida compañera muerta como consecuencia de un enfrentamiento armado con el Ejército en 1977. Hoy a 45 años (16 de junio de 2021) de la ejecución del Himmler de Videla, quiero recordar y homenajear humildemente a la compañera miliciana montonera Ana María González, ‘Anita’. ¡Hasta la Victoria Siempre!”.