Roberto
Baschetti

González, Miguel Ángel

“Lucho”. Histórico referente montonero de la villa de emergencia lindera con uno de los ingresos a La Plata, por 13 y 32. Principios de 2019. Dejemos que el poeta Jorge Falcone, rememore sobre este compañero. “Desde tiempo inmemorial el poder promueve la idea de que la única violencia condenable es la que ejerzamos los de abajo contra los de arriba. Pero sabido es que hay otra menos estridente y cotidiana que mata sistemáticamente a los más débiles mediante el hambre y las pestes. En efecto, la precarización de la vida diaria promovida por los modelos de exclusión social que genera este capitalismo apocalíptico brinda campo propicio para que la parca se ensañe con los humildes. El fallecimiento del patriota platense Miguel Ángel González constituye un crimen de carácter social. Seguramente desde mucho antes que Espartaco, los rebeldes han muerto a fuego, garrote o bala. No fue esa la suerte que corrió Lucho, así nombrado por quienes compartimos con él proyecto de liberación nacional. Domiciliado en una precaria casita del barrio popular de Tolosa, que poseía un árbol añoso dentro –al que la municipalidad se negaba a talar- fue aplastado por este durante el último violento temporal que asoló nuestra ciudad. Hasta allí, para el común de la gente que se enteró del accidente por los medios locales, solo perdió la vida un nadie más. Sin embargo, con él se fue el arquetipo de cuadro de base, atento a la necesidad de los demás, ese especímen no tan abundante que por estar pendiente de los otros nunca se ubica en la fila del reparto, acaso uno de los exponentes más nobles de la lucha montonera en la región. Sin ir más lejos, oportunamente en su vivienda buena parte del vecindario celebró que el puño de la justicia popular cayera sobre aquel general que contribuyó a abortar los diez años más felices del pueblo trabajador, ordenando el bombardeo de una Plaza de Mayo colmada de hombres, mujeres y niños, y abriendo en los basurales de José León Suárez el ancho cauce de sangre popular que recorrería la Patria en los años subsiguientes. Allí mismo se lloró el asesinato en William Morris de los mentores de aquel hecho: Fernando Luis Abal Medina y Gustavo Ramus. Más adelante sería el mismo compañero, quien se ocupara, de distribuir en la villa las vituallas que el peronismo armado expropió a un conspicuo grupo económico de la oligarquía. Merced al compromiso de ese imprescindible también se ajustó cuentas con la memoria de nuestras más caras luchas, cuando en 1985 el equipo de Aries Cinematográfica tuvo a bien reconstruir las escenas de la alfabetización popular que en la barriada a la que dedicó su vida llevara a cabo –entre muchos y muchas- la hermana de quien escribe estas líneas, secuestrada y asesinada durante la ‘Noche de los Lápices’, y cuyo nombre ostenta con orgullo la hija del militante fallecido. Como si lo reseñado no fuera suficiente, los numerosos humildes que se agolparon a despedirlo con aplausos aún conservan el recuerdo de la olla popular que sostuvo hasta sus últimos días para paliar la hambruna que viene multiplicando la gestión de Cambiemos. Resumiendo, en casos como el descripto resulta tan canallesco ningunear a alguien con semejante calidad humana, como en su momento responsabilizar a la crisis por los asesinatos de Kosteki y Santillán”. Jorge Falcone además, le dedicó al compañero Miguel Ángel González un poema de su autoría que se titula “En torno al verbo luchar”.