Roberto
Baschetti

González, Regino Adolfo

Nació el 11 de enero de 1948, en Wilde, partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. El 13 de septiembre de 1979, González, integrante de la rama política del Movimiento Peronista Montonero fue secuestrado y desaparecido en nuestro país. Poco antes de su secuestro, protagonizó una cinematográfica huida al zafar de una “pinza” nada menos que adentro de un colectivo (de la línea 247 que se desplazaba por el Camino General Belgrano –Camino Negro-), en la provincia de Buenos Aires. Como resultado de esa acción y aprovechando el factor sorpresa, dejó fuera de combate a dos policías e hirió a otros tantos, antes de desaparecer con un bolso en el que llevaba unas armas. (Para leer la reseña completa de lo sucedido y contada por el propio González anónimamente, ver: “Evita Montonera” N° 13, abril mayo-1976, pág. 20 con el título de “Un Montonero que vale por ocho”). Vuelve a la Argentina en 1979 para ayudar a organizar la resistencia contra los déspotas uniformados, hasta su “desaparición”. Se hacía llamar “Gerardo” y era parte de las Tropas Especiales de Agitación (TEA). Debido al alboroto que levanta su secuestro, la dictadura como manera de blanquear su muerte lo hace aparecer como uno de los montoneros que atentan contra el empresario Francisco Soldati; eso sí, en el parte policial-militar sale con el nombre algo cambiado: ahí lo registran como Remigio Elpidio González (ver registro de éste). La esposa de Regino Adolfo González, la española María Consuelo Castaño Blanco de González, también fue secuestrada junto a sus tres pequeñas hijas: Delia Teresa de 5 años, Eva Judith de 4 y Mariana de 3 años. Pero debido a la presión internacional debieron legalizar el operativo y la señora de González fue a parar a la cárcel. Ella lo recuerda a su marido de este modo: “Era un hombre que se destacaba por sus dotes intelectuales, motivo por el cual recibió a lo largo de su vida numerosos premios y medallas a lo largo de sus estudios. Tenía una gran preocupación por la realidad social de su país, siendo al mismo tiempo, tremendamente humanista, generoso y comprometido con las luchas de los más débiles”. En 2005, su hija Mariana le escribió a su padre: “Aún construyo tu imagen entre perfumes que llenan mi memoria (…) Las palabras ya no se anudan en la garganta, recrean tu rostro y llegás sin haberte ido”. Pablo Robledo en su excelente libro sobre las relaciones fraternales entre montoneros y palestinos, aparecido en octubre de 2018, aporta más datos sobre este militante peronista que luego de la acción armada que lo tuvo como protagonista (ya narrada anteriormente) pasó a ser para sus compañeros “El Octavo Hombre” y/o “MMM” (Montonero Más Malo). Dice así: “Nació y creció en Wilde donde se educó con los padres salesianos del Colegio Don Bosco y estuvo a punto de convertirse en sacerdote, pero abandonó el Seminario después de unos años. De ese paso le quedó un amplio dominio del latín y del alemán. Idioma este al que se había acercado por su profundo interés por la teología y la filosofía. También le quedaron muchos viajes por las provincias de la Argentina profunda, la de la miseria y la pobreza sin fin, que dejaron marcada huella en su memoria social. Estuvo ligado a la parroquia Nuestra Señora del Valle, del cura obrero Luis Sánchez, simpatizante de la causa palestina y muy cercano, también, a la CGT de Raimundo Ongaro, a quien lo unía una fuerte amistad. Sánchez tuvo mucha influencia en la formación política y espiritual de Adolfo, que comienza a militar hacia 1969, junto a su hermano y ligado siempre, a los jóvenes del peronismo combativo de su barrio y de Zona Sur. Estudia dos carreras: Filosofía y Letras en cuya facultad conoce a su futura esposa y Agronomía. Paralelamente para mantenerse y para satisfacer su pasión por los sistemas informáticos, trabaja en IBM como técnico. Las tareas de superficie en la J.P. y el encuadramiento en Montoneros le llevan a dejar primero el trabajo y luego los estudios”.