Nacido un 3 de junio de 1939 en la Capital Federal. Ex alumno del Colegio Nacional Buenos Aires (promoción 57). Comenzó Ingeniería y luego se pasó a la carrera de Ciencias Matemáticas. Cuando en 1966 ocurrió “La Noche de los Bastones Largos”, Enrique era administrador del Centro de Estudiantes de Física, Matemáticas y Meteorología (CEFMyM). Docente en la Facultad de Ciencias Exactas. Políticamente comenzó su militancia en la Federación Juvenil Comunista (FJC) para luego dejar la misma y sumarse al peronismo. Provenía de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Militante de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo. Miembro del Consejo de la Juventud Peronista en la Zona Norte del Gran Buenos Aires. Dirigente del “Ateneo Evita” de Juventud Peronista en el barrio porteño de Belgrano. En la Facultad, en 1973, en tanto se desarrollaba la experiencia de la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires (UNPBA) fue ungido Director del Centro Piloto de Investigaciones Aplicadas (CEPIA) y tuvo a su cargo coordinar en Mataderos las actividades del único Centro que llegó a funcionar. La idea era la creación de equipos interdisciplinarios de investigación, constituidos por graduados y alumnos que desarrollaran sus tareas en zonas marginales o de desarrollo relativo. Con 34 años fue asesinado de siete balazos, el 26 de septiembre de 1973 en la puerta de su casa (Blanco Encalada 3422. Capital), por desconocidos que aparentemente querían vengar la muerte de José Ignacio Rucci, aunque Enrique ya venía recibiendo amenazas desde antes. Fue un crimen nunca investigado ni esclarecido. El domingo 26 de septiembre de 2010, sus compañeros y amigos, participaron en la colocación de una baldosa por su memoria, en el 37º aniversario de su asesinato, “recordando al compañero que impulsó desde el ‘Ateneo Evita’, un importante trabajo territorial, a partir de la formación de cuadros políticos y de la organización del barrio en torno a las necesidades de sus habitantes, levantando las banderas del General Perón y de nuestro Movimiento”. Ya en 1991, Isabel, Sebastián y Mariano, le dejaron dicho: “Hace 18 años que esperamos justicia. Sólo haber sido parte tuya es nuestra recompensa. Te queremos para siempre, sin olvido”.