Nació el 2 de octubre de 1934. Su militancia comenzó quizás sin saberlo cuando era un muchachito del barrio de Villa Devoto y su madre (Isabel González), una obrera de la fábrica de toscanos “Avanti” en Villa Urquiza, cesanteada por una huelga del año ’19 y puesta de ahí en más en las listas negras, le dijo: “Nene… Antes de que viniera Perón perdíamos siempre los conflictos laborales, y cuando vino este hombre empezamos a ganarlos”. Con anterioridad a encontrar su destino, Julio Isabelino Guillán –Julio por su padre, Isabelino por su madre- vendió hielo y carbón, entregó fruta a domicilio, fue repartidor de una carnicería judía y luego canillita. Entró a trabajar en Teléfonos del Estado en 1956. Al frente de la mítica Lista Marrón, llegó a ser secretario general de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (FOETRA). Enfrentó desde su gremio con huelgas, paros, movilizaciones y planes de lucha, a las dictaduras y los gobiernos “débiles” manejados por aquellas, desde 1955 y hasta 1973. Fue sindicalista combativo con la llegada al Movimiento Revolucionario Peronista (MRP). Pasó por la cárcel en 1964 (gobierno de Illia) por un acto de apoyo a Perón y contra el vandorismo, realizado en Parque de los Patricios. Y por festejar otro 17 de Octubre públicamente durante el “reinado” de Onganía, nuevamente fue a parar detrás de las rejas. Estuvo desde un principio al lado de Ongaro en la conformación de la CGT de los Argentinos. Fue uno de los mentores del “socialismo nacional”, adscripto a una Tercera Posición, en los principios de los ’70: “La socialización deberá ser racional e inteligente, porque no aceptamos ni la división internacional del trabajo en que nos encasilla el imperialismo yanqui, ni la soberanía condicionada que nos ofrece la Unión Soviética”. También se pronunció por la “nacionalización de todos los sectores decisivos de la economía: petróleo, siderurgia, energía, transporte, bancos, seguros, comercio exterior y de aquellas actividades que incidan en nuestra independencia económica-financiera y estratégica”. Durante la última dictadura militar, por obra del decreto ley N° 1205 del Poder Ejecutivo Nacional (PEN), de fecha 5 de julio de 1976, fue encarcelado por “vinculación con la acción subversiva” algo tan falso como vago e impreciso, porque permitió sacar del medio a un hombre que jamás había traicionado el mandato de sus bases. Estuvo 6 años preso: Comisaría 47°, Devoto, U9-La Plata, Rawson, Sierra Chica). Cuando volvió la democracia, junto a Alberto Piccinini de la U.O.M. de Villa Constitución, fueron las cabezas visibles del flamante Encuentro Nacional de los Trabajadores desde donde se apoyó críticamente al gobierno del Dr. Alfonsín en lo que respecta al intento de reforma de la vida sindical. Preguntado en 1984 en un largo reportaje que le hizo la revista “Humor” porqué se lo acusaba de “subversivo” y de pertenecer al ala izquierda del peronismo, contestó: “Si… creo que, dentro del Peronismo, si usamos el criterio de clasificación tradicional de izquierdas y derechas, nosotros somos la izquierda. Somos la izquierda social porque representamos a los trabajadores… nunca vamos a ser derecha, porque no tenemos que cuidar las empresas ni las estancias (palo para los burócratas sindicales). Tenemos que cuidar nuestro rol social, que es la individualidad débil pero fuerte en la solidaridad de conjunto, para discutir un destino superior para nosotros, como trabajadores”. El miércoles 4 de diciembre de 1984 ganó las elecciones del Sindicato Buenos Aires de FOETRA (75% de los votos emitidos) y también retomó el liderazgo del gremio a nivel nacional. Para esa época fue uno de los propiciadores de la participación de los trabajadores en el directorio de las empresas lo que motivó una seria puja gremial en el seno de los telefónicos habida cuenta de las privatizaciones en marcha poco tiempo después. En 1987 se unió a los gremios más dialoguistas para integrar el “Grupo de los 15” que hizo una alianza con el presidente Alfonsín que derivó a su vez, en la designación del lucifuercista Carlos Alderete como Ministro de Trabajo. Con motivo de su deceso a los 63 años por una descomposición cardíaca, el 16 de julio de 1997, el matutino porteño “Clarín”, recordó sobre aquella coyuntura política de alianzas antes mencionada que “ese alineamiento marcó el inicio de su viraje desde su tradición combativa hacia posiciones más negociadoras. Fue en ese camino que, luego, jugó para el menemismo. En 1989, incluso, decidió apostar por la privatización de Entel cuando, hasta dos años antes, había sido uno de los principales opositores al traspaso, con promoción de huelgas incluida. Pese al cambio de opinión, protagonizó varios choques con la interventora de la empresa telefónica, María Julia Alsogaray, principalmente por el precio de la venta, que él estimaba cinco veces mayor que el calculado por la funcionaria. Los grupos que se oponían a la venta de la compañía estatal telefónica le ganaron el gremio en el ’90. Guillán fue designado por el Gobierno como Subsecretario de Comunicaciones. Recuperó las riendas del gremio en agosto de 1993 (siempre por el voto masivo de los afiliados, agrego yo)”. Sus restos fueron velados en la madrugada del 17 de julio en la sede que FOETRA tiene en Perón 2629 de Capital Federal.