Roberto
Baschetti

Gullo, Salvador Jorge

“Lucho”. “Conejo”. Maestro preceptor en el Colegio Bernardino Rivadavia de Capital Federal. Fue murguista en la agrupación “Los Alegres de Balbastro” con sede en el barrio de Flores Sur. Colaboró en la organización de sus habitantes en una villa de emergencia. Cabe señalar y reproducir lo que se escribió sobre su tarea en la villa del Bajo Flores, en la Escuelita de Belén, según el libro “Micrófonos para el pueblo. FM Bajo Flores” en el año 2008. “Los que hoy tienen entre 40 y 45 años guardan la memoria de ‘esos pibes y pibas de la JP’ como uno de los recuerdos más añorados de su infancia. Comprometidos pero alegres, trabajadores pero divertidos, tiernos y guerreros, exigentes consigo mismos y comprensivos con los demás. Ellos dejaron regados de mística los rincones del Bajo Flores. Ahí donde haya una fiesta, una lucha por la reivindicación de nuestros derechos, una obra en construcción, un grupo de jóvenes que quiere cambiar la realidad del barrio, una ayuda sincera, un apretón de manos, un abrazo y tantas otras cosas que hacen especial la vida de nuestras calles y pasillos, ahí mismo ellos están y estarán presentes. Fueron parte de los años de más brillo, antes que vinieran los tiempos oscuros. No existe cura, vecino o compañero que pueda recordarlos con más de tres frases. Su recuerdo produce silencios y lágrimas. Casi todos ellos se encuentran desaparecidos. Se los extraña porque se los necesita. Se los necesita porque eran los mejores”. Gullo venía de la Juventud Peronista y militaba en Montoneros. Estudiaba Derecho en la UBA y pasó entonces también por Juventud Universitaria Peronista (JUP) antes de su paso al Territorio. Se exilia con el golpe militar, pero aprovecha su estadía en el exterior para denunciar la política genocida de la junta militar. En tal sentido se entrevista con dirigentes de las centrales sindicales italianas, con organismos religiosos, tanto católicos como protestantes y con el titular de Amnesty International, Lord Averbury. También con Edward Kennedy y Patt Derian, con motivo del secuestro de su madre Ángela Aieta de Gullo. Vuelve a la Argentina para seguir luchando contra los usurpadores de la voluntad popular. Es secuestrado cuando estaba abocado a las tareas de organización de la huelga general decretada por la Confederación General del Trabajo (CGT) para el 27 de abril de 1979, exactamente un día antes de esa fecha (26-4-79), en la puerta del Banco Nación, de Boedo e Independencia. Aparentemente murió en la tortura de un ataque al corazón en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Tenía 28 años. Cierta vez le escribió a su hijita Georgina: “Vos chiquita impaciente, jamás debes dejar de lado la sonrisa. La alegría debe ser tu expresión constante, son un poco la paz, el amor, la justicia que papá quiere que vos y todos los nenes tengan algún día”. Por algo tan hermoso como eso, dio su vida. Actualmente una Unidad Básica con su nombre, se levanta en avenida Asamblea 2020, de esta Capital Federal. A 40 años de su secuestro y desaparición (abril 2019) se llevó a cabo un acto homenaje en su memoria en la Asociación de Empleados de Farmacia (ADEF): una cronista del acto afirmó que: “El encuentro finalizó con cánticos y ovaciones hacia aquellos jóvenes militantes que dejaron su vida tras seguir sus sueños por conseguir una patria justa, libre y soberana, y reivindicando en ellos y por su memoria la importancia de la militancia peronista”.