Roberto
Baschetti

Huidobro, Francisco

“Paco”. De origen español. Después de la Segunda Guerra Mundial fue cura obrero en Francia. El Vaticano corta esa experiencia y lo envía al Perú para dar asistencia espiritual a los campesinos, pero Paco no se halla en ese medio y pide el pase a la Argentina, que le es concedido cuando el Obispo Jerónimo Podesta lo cobija en su diócesis de Avellaneda. En Villa Jardín (Lanús), Paco construye la capilla y se rodea de humildes, de otros curitas y de cataquistas. Eso es en 1962 y tiene él, para entonces, 30 años. Comienza a trabajar en la fábrica “Indupar”, donde sus compañeros lo eligen delegado sindical. Por defender los derechos sociales de los trabajadores es dejado cesante en 1965. Lo que ocurrió allí es digno de contarse: el dueño de la fábrica, un hombre que se considera omnipotente, que hacía y deshacía a gusto, que se había jurado que nunca en sus dominios iba a haber sindicalistas, se lo llevó a trabajar con él. Pensó, con lógica, que un cura en la fábrica iba a ser como un colchón, un suavizante a cualquier inconveniente de origen laboral y/o social. ¡Qué equivocado estaba! Dice Paco: “Cuando yo vi tantas injusticias, les pregunté a los compañeros ¿Pero ustedes qué hacen, por qué no se unen y se organizan? Pero todos tenían miedo de que los echen; si levantaban cabeza los echaban. Entonces me pidieron a mí y dije que no tenía problemas y me eligieron delegado gremial de la fábrica”. La cuestión es que un año y medio después el sindicato era una realidad en ese ámbito laboral y la justicia del trabajo fallaba a favor de ellos. En Villa Jardín (Lanús), Huidobro, pasa a orientar a un grupo de sacerdotes, seminaristas y laicos que desarrollaban tareas de ayuda social, muy próximos ellos, al peronismo revolucionario. Fue uno de los iniciadores de la experiencia que se denominó Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). Sobrevivió a la dictadura militar y para 1981 era cura párroco en Villa Dóminico. Desconozco, si a la fecha (abril 2018) está fallecido o no.