Roberto
Baschetti

Huwiler, Elsa

Si bien su apellido era Cremaschi, por amor a su esposo y convicción política usó siempre el de su marido. Nace en el seno de una conocida familia platense de la U.C.R. el 7 de marzo de 1923, en el barrio La Loma (Su adscripción al peronismo naciente le valdrá un incómodo vacío del resto de su familia de por vida). Realiza estudios en dicha ciudad de la Plata y egresa como diseñadora de alta costura realizando diversas tareas sociales en entidades y parroquias de la zona. Su vida se transforma –cuenta su hija Elsita- al conocer a Carlos Guillermo Huwiler quien sería su esposo y que, proveniendo de las filas del nacionalismo cercano a FORJA, se sumaría de lleno a la militancia en el Movimiento Nacional comandado por Juan Domingo Perón. Ella lo seguirá hasta su muerte. Elsa Huwiler en las gloriosas jornadas previas al 17 de octubre de 1945, colaborará con los trabajadores de La Plata, Berisso y Ensenada y un año más tarde militará arduamente en la campaña electoral del primer triunfo peronista del 24 de febrero de 1946. Siguiendo con su periplo partidario, el 7 de noviembre de 1947, el Congreso sanciona la Ley 13.010 del voto femenino y junto a otras destacadas compañeras de La Plata, darán su apoyo a Evita en esa gesta histórica de convertir a la mujer argentina en sujeto político de la historia nacional. Y cuando en julio de 1949 Eva Perón funda el Partido Peronista Femenino, ella sumará su aporte y su entusiasmo a la causa, defendiendo e impulsando a la mujer peronista a que participe en esa construcción, a través de las delegadas censistas y la formación de unidades básicas femeninas. Al estallar el golpe fusilador del ’55, sufre la persecución de aquella dictadura cívico-militar, con reiterados allanamientos a su domicilio; en un acto de arrojo personal, logra que su marido no fuera detenido por un grupo parapolicial que invadió su casa. Siempre ayuda a otros compañeros y lleva alimentos a los presos políticos en la cárcel. Se suma a la Resistencia Peronista junto a su esposo, organizando a los grupos de La Plata y aledaños. Aun se recuerda en la militancia zonal, aquella anécdota cuando estaba en el sótano del taller de la señora Idiazabal reunida con otros peronistas y al entrar de golpe la policía para llevárselos presos, Elsa Huwiler se tragó el papel con la lista de los compañeros resistentes para evitar sus posteriores detenciones. Da su solidaridad y ayuda a los compañeros sobrevientes del 9 de junio de 1956 y a las familias de los fusilados. Realiza gestiones para la liberación de los presos Conintes. En 1960 cae en cana. La cosa fue así: el 7 de mayo de ese año –cumpleaños de Evita- , lograron celebrar una misa en la iglesia de San Ponciano y al desconcentrarse del oficio religioso se cantó la marcha peronista (como era de rigor en estos casos); al salir Elsa con sus compañeras de militancia Isabel Salas, Eusebia Peña, “Porota” Miranda, la señora de Maggi, entre otras, la caballería montada de la policía provincial las corrió; ¡para que…! estas féminas se plantaron en la calle: Elsa y “Porota” les tiraban piedras a los “cosacos” e Isabel Salas inclusive, agarró las riendas del caballo de otro represor ridiculizándolo. (De todas estas mujeres –cuenta su hija Elsita- la mejor amiga de su madre fue Nelba Falcone, la madre de nuestra mártir de la Noche de los Lápices). En 1962 figura como candidata peronista en las elecciones ganadas por Andrés Framini y luego anuladas de un sablazo por los militares gorilas. Más tarde, participa del mítico acto del festejo de otro 17 en Plaza Once y de la recepción al presidente francés De Gaulle que termina en una batalla campal en Plaza Francia, zona oligarca de Capital Federal. Siempre junto a su esposo, se opone a las reiteradas intentonas vandoristas que proclaman un “peronismo sin Perón”. Se vincula desde los inicios con lo que constituyera la línea fundacional del Peronismo Revolucionario, recibiendo en la ciudad de La Plata a Alicia Eguren, la esposa de John William Cooke. Enviuda en 1969; debe recordarse que su marido Carlos, se dio el lujo de protagonizar largos debates y jugadas de ajedrez en el Círculo Español nada menos que con Rodolfo Walsh. Elsa, cercana al Movimiento Revolucionario Peronista (MRP), a principios de los ’70 facilita su hogar para las reuniones de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN), y no solo apoya la lucha de los muchachos, sino que también asesora a éstos como hacer “miguelitos” y armar carteles para el comededor universitario. En noviembre de 1972, con sus hijas Cristina y Elsa, integrantes de la Juventud Peronista, camina varios kilómetros bajo la lluvia y el lodo para recibir a Perón; siendo reprimida junto a su pueblo. Muerto el General y con el golpe del ’76, sufre nuevamente persecuciones –tanto ella como su familia- lo que no le impide ayudar a muchos compañeros en las horas más difíciles. Instaurada la democracia a partir de 1983 se suma nuevamente de lleno a militar en el Partido Justicialista. Es distinguida por la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires dos veces, como mujer destacada de la provincia en 1995; y en reconocimiento a su trayectoria militante junto a la Compañera Evita, el 25 de julio de 2002. Siguió hasta el final de su vida, 25 de abril de 2010, enarbolando con el mismo sentimiento, la misma lealtad y el mismo entusiasmo, las banderas de esa causa nacional y popular, que legaran Perón y Evita. Doña Elsa, la viuda de Huwiler (como se la conocía actualmente) tenía 87 años al momento de su deceso.