“Es mi intención, en este intento, dar testimonio para los que vengan después, de todo lo que vivimos en este tiempo tan lleno de dolor y de esperanza, tan dirigido justamente a los que vengan después”, dejó escrito como testamento en una libretita, Matilde “Tily” Itzigsohn; lo dejó escrito bajo el título de: “Relatos para después del triunfo” lo que marca su convencimiento sobre la causa justa que abrazó. Ella nació en La Plata, el 10 de agosto de 1949 y fue la cuarta hija de María y Miguel, éste, un astrónomo comunista. A los 14 años la recuerdan volanteando en el Liceo cuando militaba en la Federación Juvenil Comunista (FJC). Luego fue parte del Partido Comunista Revolucionario (PCR), sector que se formó y rompió con el PC. A los 20 años viajó a Israel y Rusia. Al regresar conoce el accionar de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y el Peronismo de Base (PB) y se suma a esa organización revolucionaria peronista. Por entonces comienza a estudiar Física y se enamora de quien sería su compañero, Gustavo Delfor García (ver su registro). Programadora de IBM en el Astillero Río Santiago –que regentea la Marina- , Matilde milita en Juventud Trabajadora Peronista (JTP), brazo gremial de Montoneros, revelándose como una activa referente sindical. Una de las reivindicaciones que persigue, es exigir una guardería en el lugar de trabajo. Con el golpe le decían “andáte”, preservá tu vida, pero ella siguió a pie firme la embestida gorila. Aparece una pintada que la obliga a mudarse: “Judía te vamos a matar” dice en la misma. En plena clandestinidad trabajaba como secretaria en un consultorio odontológico, pero sigue con su actividad en Montoneros. Fue secuestrada-desaparecida el 16 de marzo de 1977, en alguna esquina del barrio porteño de Almagro. Tenía 27 años. Sus dos hijas (Lucía y Maine) y demás familiares dejaron escrito su admiración por ella, en un recordatorio de “Página 12”, del domingo 16 de marzo de 1997 que dice así: “Tili: fuiste una mujer entera que eligió luchar por la dignidad y nos enseñaste, con tu vida puesta en el otro, que la transformación, además de soñarla, hay que construirla. Hoy a 20 años de tu desaparición no nos resignamos a la impunidad. Cárcel a los genocidas. Te queremos y te extrañamos mucho”. Antes de terminar la reseña, una apostilla. El papá de Matilde, de nombre Martín, al “desaparecer” su hija lo contacta a Ernesto Sábato, su antiguo amigo de partidas de ajedrez, y le pregunta si puede hacer algo para que aparezca. El escritor le dijo que sabía que estaba en la ESMA pero que no lo comprometiera y lo largó duro. Y ahora un final más acorde con los tiempos que corren: El Jardín de Infantes 906 del Barrio de Tolosa, La Plata, desde el 17 de octubre de 2014, tiene un aula con el nombre de Matilde Itzigsohn, lo propuso su nieta Mora de 5 años y fue aceptado; excelente homenaje a la militante peronista que ya no está… pero está.