“Silver”. Nacido en Santiago del Estero el 20 de julio de 1955. Cursó el secundario en la Escuela Nacional Técnica N° 2 “Obispo Colombres” de Tucumán, egresando con el título de Técnico Industrial. Trabajó como empleado administrativo en un club deportivo. El de Jaimez es un caso especial ya que no hay registro de su caída en los listados de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). El aporte lo brinda el investigador y (excelente) narrador Mariano Pacheco. En una entrega de su folletín digital “Montoneros Silvestres”, cuenta que Arturo Alejandrino Jaimez, un estudiante universitario en Córdoba, integrante de Juventud Universitaria Peronista (JUP) en aquella provincia mediterránea (acoto yo: en el IMAF: Instituto de Matemáticas, Astronomía y Física-Estudiante de Licenciatura en Física), pasa a desempeñarse como miliciano montonero en la zona Sur del Gran Buenos Aires. Y que el 6 de septiembre de 1977, éste militante, conjuntamente con otra compañera de organización (María Nicasia Rodríguez. “Mary de Villa Tranquila”, 34 años, con tres hijos de una pareja anterior. Ver su registro), desde la 7.30 hs. de la mañana resisten un asedio militar en su morada del Barrio Unión de Villa España, Berazategui, provincia de Buenos Aires, sito en calle 531 (ó Andalucía) entre Belgrano y San Martín. En el prolongado tiroteo ellos dos pierden la vida, como así también uno de los atacantes, el soldado Luis Alberto Barbazano. En noviembre de 2019, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2 de La Plata, condenó a prisión perpetua a Carlos Bazán, segundo jefe del Batallón de City Bell, al ex oficial de Operaciones Eduardo Arturo Laciar y a Daniel Lucero, ex Jefe de la Compañía B, por coautores de los homicidios agravados de esta pareja de militantes montoneros y por el secuestro de la hija mayor de Rodríguez (Marcela Quiroga), una niña de 12 años, que fue ingresada al circuito de centros clandestinos, pasando por El Vesubio, Sheraton y el Regimiento de La Tablada. Ella sufrió abusos sexuales, torturas y fue obligada a señalar en la calle a compañeros de militancia de su madre. Su hermano de diez años y su hermana de un año y medio de edad, estuvieron desaparecidos durante ocho días. Estas criaturas circularon por dependencias policiales hasta que fueron entregadas a sus familias, tras una incesante búsqueda por parte de su padre.