Roberto
Baschetti

Juárez, Gustavo Marcelo

Tenía apodos muy simpáticos. “Loco” porque solía hacer cada broma a los profesores… y “Fresco” porque era inseparable de un amigo suyo al que conocían como “Batata”. Estudió en el Colegio Nacional Buenos Aires entre 1971 y 1974. Gustaba de la música, era hincha de Racing y peronista declarado, comenzó a militar en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Cuenta un compañero de militancia (Miguel), la manera asombrosa en que zafó de la muerte en 1975. “Una noche, a fines de abril, Gustavo apareció repentinamente en mi casa en un estado de alteración total. Recién después de un largo rato, durante el cual mis padres y yo tratamos de calmarlo, nos contó que dos noches atrás se encontraba con un compañero de la UES apodado ‘Bigote’ en la esquina de Castro Barros esperando a un tercero que faltó a la cita. Los rodeó entonces una patota de civil y los hicieron tirar al piso. Los tipos estuvieron un rato bastante largo esperando y finalmente los metieron en el piso del asiento trasero de un Falcon. Durante el viaje los molieron a patadas y al cabo de un tiempo llegaron a un descampado de la provincia, según dedujo por el olor a tierra mojada y pasto. Allí los metieron en un lugar parecido a un galpón e interrogaron a ‘Bigote’ con golpes y picana. Concretamente le preguntaban donde podían ubicar al responsable del ámbito del que no sabían su nombre, y que era Gustavo, y porque éste no había ido a la cita. Aparentemente a Gustavo lo salvó en esta oportunidad que siendo ‘Bigote’ una persona adulta, casada y con un hijo, los torturadores no podían concebir que su jefe fuera un mocoso lampiño como Gustavo. ‘Bigote’ durante toda la noche y el día siguiente sostuvo que Gustavo –ese que estaba con el prisionero- era un pobre opa que deambulaba por el barrio mangueando cigarrillos y que el responsable había faltado a la cita por motivos que desconocía. Al respecto, tengo que hacer una extrapolación. Gustavo era un comediante notable y uno de sus personajes mejor logrados era un chico discapacitado que se babeaba al hablar. Solíamos ir a la cancha de Racing, y tanto en el viaje como en la entrada a la cancha, ponía en práctica su personaje para conseguir que con tal de que se dejara de babear, el colectivero o el empleado de control de la cancha lo dejaran pasar. En esa ocasión, Gustavo, sacó provecho de su personaje. Me contó que los torturadores no podían creer y desestimaron que semejante boludo pudiera ser el jefe de una parte de la UES Capital. Cuando le pegaban, tirado en el piso, se abrazaba a las piernas de los asesinos y les decía, fiel al personaje que representaba: ‘Señó. Señó, no me pegue más, me voy a portar bien’, lo que aparentemente los descolocaba bastante y de paso, se ahorraba patadas porque los tenía agarrados de una pierna. Al final lo largaron por insignificante. Siguió militando en el peronismo revolucionario hasta el último instante de su corta vida. Fue secuestrado-desaparecido en Almagro el 12 de agosto de 1977 a la edad de 19 años. Gustavo, mi amigo inseparable de la vida y la militancia no cantó mi casa”. Una cerámica en su memoria y honor está ubicada en Hipólito Yrigoyen y Yapeyú, barrio de Almagro; dice simplemente, “Por aquí transitó Gustavo Juárez”. Así mismo, memoria siempre vigente, el martes 19 de noviembre de 2019, colocaron una baldosa con su nombre y la de otros estudiantes que cursaron –desaparecidos y asesinados- en el Colegio N° 14 “Juan José Paso, ubicado en Valentín Gómez 3163, barrio Abasto-Balvanera, CABA; por donde pasó y fue referente UES en algún momento.