Todos la conocían como “La Turca”, pero para su hermana Laura era “La petisa pelirroja”. Nació el 31 de marzo de 1961 y murió el 31 de marzo de 1977, exactamente el mismo día que cumplía 16 años, al intentar colocar un explosivo en una comisaría de Monte Chingolo. El mismo se activó y explotó quemando sus manos y produciéndole una herida mortal en el estómago. Militante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Había sido muy buena alumna en el Colegio Nacional Buenos Aires en 1° y 2° año y luego siguiendo una directiva de su organización (Montoneros), pasó a un colegio de Lanús con el fin de organizar a sus estudiantes. También se proletarizó y comenzó a trabajar en una fábrica de bombachas (“Aprendí a coser con distintos tipos de máquinas –overlock, recta, zigzag-; el laburo no es muy lindo, es medio cansador estar 8 horas cosiendo -de 7 a 15 hs.- y tampoco me pagan demasiado, porque gano por producción y todavía no estoy muy práctica, pero por ahora hasta que no tenga otra posibilidad no voy a dejarlo… Me parece muy raro tener sólo 15 años y llevar la vida que hago. Pero cada uno elige la vida que quiere y yo no estoy en nada absolutamente arrepentida” expresa en una carta a sus familiares exiliados). Hizo pareja con Beto un pibe de la villa de Zona Sur, militante como ella y proveniente de una familia numerosa con 8 hermanos. Sus restos que se encontraban como N.N. en una fosa común del cementerio de Avellaneda, fueron identificados por el equipo Argentino de Antropología Forense y en el año 2005, inhumados en la Chacarita. Como bien dice Hugo Soriani en la contratapa de “Pagina 12” del 19-3-2005 “Adriana tenía 16 años cuando la sorprendió la muerte en un estallido y hacía más de uno que era Montonera. El periodista Pablo Giussani le dedicó un libro que ella hubiera repudiado, porque los 16 años de Adriana eran los de toda una generación que decidió patear el tablero y jugarse a suerte y verdad por convicciones que no alcanzaban sólo con declamarse”. (El libro al que hace referencia Soriani es “Montoneros: La soberbia armada”). Del mismo modo quien hace una correcta evaluación de los motivos que tenía Adriana para militar y jugarse la vida es Mariano Pacheco en su libro “Montoneros silvestres” cuando escribe: “A las 5.30 hs. como habían previsto, ‘La Turca’ y los dos muchachos llegan a la comisaría. Afuera no hay nadie. El chofer mantiene el auto encendido, listo para escapar. El responsable da al orden. Adriana debe activar el caño y regresar al automóvil, para volver a su casa, darle un beso a Beto, cambiarse y entrar a la textil. Luego, ir a la casa de sus padres a cenar, a festejar sus16 años y brindar por eso; por el laburo que está por empezar en unos días su compañero; por el hijo que desean tener; por sus hermanas Laura y Vicky, su cuñado Esteban y sus sobrinos; que brindarán por ella desde el viejo continente; por sus padres, que esperan que pronto se concrete el casamiento; por los muertos, que ya no pueden brindar y por los presos, que aguantan desde las cárceles el inhumano trato que reciben por parte de sus verdugos; por la victoria, por supuesto, que finalmente, más temprano que tarde, tiene que llegar. Pero algo definitivamente ha salido mal…”.