“Chango”. Estudiante de Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Era practicante en un hospital y cargaba con una formación cristiana dada por los hermanos Marianistas. Militante de Juventud Peronista y Montoneros en el ámbito territorial de Zona Norte del Gran Buenos Aires. Casado con su compañera María Teresita Scianca, otra chica venida del catolicismo post-conciliar (ver su registro). Secuestrado el 4 de marzo de 1978 en su domicilio. La dictadura quiso hacer creer que murió en un enfrentamiento dos días más tarde (Ribera Sur y Newton. Barrancas del Riachuelo. Ingeniero Budge. Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires), pero sus deudos no pudieron reconocer el cuerpo y a su tío no le permitieron darle una digna sepultura al cadáver. Sus restos fueron recuperados recién cuatro años más tarde. El 15-06-2007, fue recordado junto a los otros 10 ex alumnos del Colegio Marianista de Buenos Aires, secuestrados-desaparecidos. Un mural cerámico inaugurado a tal efecto, perpetúa el compromiso que asumió hasta dar su vida. (Ubicación del mural: Avenida Rivadavia 5625. Caballito). Precisamente un compañero de colegio, le da vida nuevamente a Kuhn, en estas emocionadas palabras: “Tu empecinamiento, que algunos podían confundir con una actitud infantil, y esa convicción de que se sobreentendía que los demás eran como vos, así de desprendidos, así de entregados a los demás, provocaba a veces situaciones difíciles de asumir por otros o molestia en quienes no estaban dispuestos a la entrega desmedida e incondicional. Creías en la vida y en las personas, en el abrazo de los amigos y la importancia de comunicarse con cualquiera que se cruzara en tu camino. Tus convicciones eran tan profundas que eras capaz de asumir casi naturalmente cualquier tarea por más exigente que fuera si lo considerabas necesario. Sólo te quejabas o manifestabas tu bronca frente a la injusticia (…) Era imposible no quererte Chango. Todavía –después de casi 30 años- seguimos repitiendo frases y expresiones tuyas. El recuerdo de tu compromiso hasta con las cosas más pequeñas, sostienen nuestra esperanza de que un mundo mejor es posible. Compañero del alma…”.