“Mientras la mayoría de sus compañeros de curso del bachillerato ojeaban ‘Patoruzito’ ‘o ‘El Gráfico’, él leía revistas como ‘Primera Plana’ y ‘Crisis’, y un libro tras otro” recuerda su amigo Roberto Bardini. Labolita, tenía 23 años, un trabajo fabril en Berazategui, estudiaba Sociología y militaba en el peronismo montonero a donde había llegado luego de actuar por mucho tiempo en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). El 25 de abril de 1976 fue secuestrado por un grupo militar al mando del represor y capitán del Ejército Alejandro Duret, al cual sus subordinados le decían “El Perro”. Para el 1° de mayo lo trasladaron en dos autos sin chapa identificatoria, a la casa de sus padres en la localidad de Las Flores, provincia de Buenos Aires, en un estado calamitoso: esposado, encapuchado, descalzo y con signos visibles de haber sido torturado. (Se supo que lo picanearon durante 5 días seguidos). Como llegó se lo llevaron y nunca más se supo de su existencia. Su padre, profesor de filosofía y militante gremial, fue detenido el 24 de marzo de 1976, el mismo día del golpe militar y estuvo encerrado sin causa justificativa alguna durante 4 largos años. El 13 de diciembre de 2004, Néstor Kirchner, encabezó un homenaje a Labolita en su ciudad natal de Las Flores. Habían sido amigos de militancia y de estudiantina en la ciudad de La Plata. Allí dijo el presidente: “Este es un reconocimiento del Estado argentino a los hijos e hijas que tendrían que estar acá” y aclaró públicamente que él –desde su cargo de Presidente de la República- lucha “por la justicia y reconocimiento, para que no haya impunidad”. En consonancia con estos dichos, el juez federal Juan José Comparato, en diciembre de 2005, detuvo a los militares Alejandro Guillermo Duret (por entonces coronel, aún en actividad) y al general retirado Pedro Pablo Mansilla, dictándoles la prisión preventiva. La actual presidente, Cristina Fernández, tuvo un gran aprecio por Labolita y lo reconoce así en un reportaje que le hace Daniel Filmus: “Algunas personas eran muy valiosas. Recuerdo a Carlos Labolita, una persona muy amiga, muy querida, que antes de desaparecer en el ’76, nos regaló, a Nestor Kirchner y a mí, un libro a cada uno: La condición humana, de André Malroux y Megafón o la guerra de Leopoldo Marechal. Todavía los tengo”. La querida compañera de vida y militancia de Labolita se llamaba Gladis D’alessandro; ambos y la pareja formada por Néstor y Cristina viveron juntos desde mediados de 1975 hasta el 24 de marzo de 1976.