Falleció en París el 29 de noviembre de 2008 de un ataque cardíaco. Al momento de su deceso se desempeñaba como investigador del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica (INSERM) en Francia. Peronista militante, fue rector de la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires (UNPBA) y decano de la facultad de Farmacia y Bioquímica entre 1973 y 1974. Para ese último año (1974) sufrió un atentado por parte de la Triple A –artefacto explosivo en su domicilio- que le costó la vida a su hijo Pablo Gustavo, de tan sólo 6 meses de vida. A los 20 de días de este infame hecho pidió asilo en la embajada mexicana en Buenos Aires y luego partió al exilio. Actualmente por este atentado están procesados los policías de la Federal, Juan Ramón Morales, Miguel Ángel Rovira y el ya fallecido Rodolfo Almirón. Raúl Laguzzi desde su función universitaria abogó para que la medicina y los medicamentos estuvieran al alcance de los más humildes, algo que los monopolios farmacéuticos no iban a permitir tan fácilmente. Mi amigo Carlos Suárez, fallecido en diciembre de 2009 (ver su registro) con sumo pesar escribe: “El conocimiento repentino de la muerte de Raúl Laguzzi, compañero con el que trabajé durante el inolvidable rectorado de Rodolfo Puiggrós en la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires, reactualiza la pérdida de todos aquellos que lucharon por una Patria liberada. Raúl fue de los profesionales que superaron la infatuación de los doctores del coloniaje, siempre listos para tergiversar la historia, confundir a los pueblos y elaborar las teorías aptas para perpetuar la dominación imperial y oligárquica. Su extrema sencillez, su carencia de actitudes petulantes, su vocación solidaria, posibilitaron en mi caso que lo reconociera con ese título nobiliario de ‘Compañero Ejemplar’. La crueldad de aquellos años en los que cotidianamente amanecíamos con la muerte de compañeros asesinados por la dictadura y, muchas veces, aniquilados por el dolor del exilio al que muchos discapacitados morales y mentales todavía evalúan con desprecio, fue también sobrellevado por Raúl. Su permanencia en México primero, en Francia después, no fue un condicionante para la preocupación diaria por el país, por su pueblo, por sus compañeros (…) No conozco las circunstancias puntuales de la muerte de Raúl, pero estoy seguro que el hecho habrá ocurrido en París mientras pensaba en Argentina hasta el fin. Los que tuvimos el privilegio de conocerlo y el honor de ser sus compañeros jamás habremos de olvidarlo. Y algún día, seguro que sí, nos reencontraremos en alguna mateada junto a nuestro Maestro Rodolfo, proyectando la Universidad del Pueblo en una Patria liberada”.