Roberto
Baschetti

López, Inés

Trabajadora estatal. Nació en el Trebol, provincia de Santa Fe, pero tan solo con dos meses de vida vino con sus padres a Lanús, provincia de Buenos Aires y allí se quedó para siempre donde su hogar, permanentemente, fue un fortín de la Resistencia Peronista. Tomó parte de esa hermosa gesta proletaria que fue el 17 de octubre de 1945. Conoció a Evita y la asistió en su trabajo y en su enfermedad. Quizá como mudo y fiel testimonio de lo que significo “La Abanderada de los Humildes” para Inés, como tácito acuerdo con ella misma, llevaba siempre un peinado liso con rodete “tipo Evita”. Poseía una voz estentórea y un lenguaje liso yllano que llegaba al corazón de su circunstancial interlocutor. Recuerda con emoción que cuando los “gorilas” se levantaron en septiembre del 55, “el día que venían los tanques, salimos a la calle a defender a Perón. Me acuerdo que delante nuestro iba un pibe, chiquito de diez años y le digo: ‘Querido, mejor andate a tu casa’. El pibe se da vuelta y me dice: ‘No. Yo de acá no me voy. Mi mamá y mi papá están enfermos y ellos me mandaron acá con la bandera a defender a Perón’. Ese era nuestro pueblo”. Ella resistió como tantos miles a la entrega y a la explotación, a los cipayos y al imperio; y en su combate conoció y cultivó la amistad de compañeros de la talla de Sebastián Borro, Avelino Fernández, Armando Cabo, Jorge Di Pascuale y John William Cooke, a los que no duda en calificar como hermanos de lucha y de causa. Y la resistencia tuvo su premio cuando Perón volvió. Rememora: “Fue así que después de tantos años de lucha, de dolor, de tanta sangre derramada como la Julio Troxler, Carlitos Caride, que fueron como mis hijos y que abrazados a mis polleras salían a la calle al grito de ‘¡Viva Perón! ¡Viva Evita! ¡Viva la Patria!’ decidimos seguir el combate. Y allí comenzó esto de ‘Liberación o Dependencia’. Por eso después de tantos sufrimientos logramos que retornase a su patria nuestro Líder. Y si hay un orgullo que tengo, es que el 18 de noviembre de 1972, un día después de su llegada, el General Perón me llamó a su casa de Gaspar Campos. Cuando llegué me puse de rodillas y el General me levantó por los codos y me dijo: ‘No, compañera, nosotros de rodillas jamás. Eso es para los otros’. Esa frase de Perón me dio nuevas fuerzas para seguir luchando. Asi fue que también formó parte de Montoneros y luego del Peronismo Revolucionario en los `80. Y con el regreso de la democracia siguió fiel a sus ideales: “Creo que Dios no me llamará hasta que pueda dejarles a mis nietos una Patria Justa, Libre y Soberana”. Falleció el 18 de diciembre de 2012 a la edad de 94 años.