Nació en 1937 en el seno de una familia de trabajadores rurales. A la edad de 87 años falleció el 20 de noviembre de 2024. Fue delegado del gremio maderero durante el primer gobierno peronista y hasta llegó a estrecharle la mano al General Perón. Resistente peronista de la primera hora. Jovencito, se sumó a la rebelión fallida del general Juan José Valle el 9 de junio de 1956. Estuvo a un tris de ser fusilado. Zafó. Luego fue detenido en el intento peronista de copamiento del Regimiento 11 de Infantería de Rosario el 30 de noviembre de 1960. Comenzó su militancia orgánica en el Movimiento de la Juventud Peronista de Rosario. Integrante de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), fue detenido en Taco Ralo, Tucumán, en septiembre de 1968. Militante de Juventud Peronista en la Regional II de Rosario. El “Chancho” Lucero fue diputado provincial del Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI), elegido por el pueblo en las elecciones del 11 de marzo de 1973. (Ver anécdota imperdible al final de esta nota). A cargo de la Comisión Bicameral Investigadora de apremios ilegales durante la dictadura lanussista, estuvo a su cargo dilucidar el asesinato y los culpables de la muerte de Ángel “Tacuarita” Brandazza, militante del Peronismo de Base. Entre los culpables figuraban un general y un coronel del Ejército. (Ver la tapa de la revista Militancia Peronista para la Liberación N° 27 del 13-11-73, titulada: “Investigación Brandazza: fiel al mandato popular” con una foto de Lucero y para él dedicado ese epígrafe). Solamente hasta marzo de 1974 ya había sufrido tres atentados diferentes por parapoliciales y paramilitares de la zona: ametrallaron su vehículo con él adentro, al otro día se lo volaron y al poco tiempo lo tirotearon cuando iba al frente de una manifestación. Estuvo preso durante la última dictadura militar. Luego partió vía Brasil, al exilio de Dinamarca donde vivía y desde allí repleto de optimismo militante, enviaba correos electrónicos a todos sus compañeros de antes y a los jovencitos de ahora, que se sumaban a la lucha por la liberación nacional. Inclusive me llamaba a mí por teléfono desde aquel remoto país, a mi directo en la Biblioteca Nacional donde yo trabajaba, para que le cuente que pasaba en su querida Argentina. Y aquí va la anécdota imperdible: El “Chancho” Lucero estaba con la guita justa en 1973 y consiguió flor de changa: pintar un edificio entero. Le daba y le daba y no terminaba nunca. Al final debió encarar al dueño para hacerse cargo de esa falencia y le dijo: “Mire, no voy a poder terminar- mañana tengo que jurar como diputado”. La respuesta de ese hombre incrédulo fue: “¿Usted me deja el trabajo a medio hacer y encima me carga?”. Pero era la pura verdad.