Roberto
Baschetti

Luna, José Abelardo

“Peti”. “El petiso”. Entrerriano de chico se vino a Buenos Aires, a Lomas de Zamora, para ser más exactos. Siguió la carrera militar en Aeronáutica como un medio de poder estudiar y darle un ingreso monetario más a la familia. Llegó a sargento, pero lo dieron de baja, entre otras cosas por haber mostrados signos de humanidad ante un desalojo en una villa cordobesa. La patota armada le cayó de improviso a las 5 de la mañana del 10 de diciembre de 1978. José Abelardo Luna vivía con Cecilia Ibarra en Derqui 256, Banfield, provincia de Buenos Aires. Ambos eran militantes peronistas montoneros de la Secretaría Militar de la Columna Sur. Luna e Ibarra trataron de ganar los fondos de la vivienda, pero fueron heridos en sus miembros inferiores y capturados con vida y más tarde asesinados. Él fue visto en el CCD “Olimpo”. Quien tiene un muy buen recuerdo de “Peti” Luna es su ex compañero de trabajo, Jorge Federico Watts, miembro por entonces de Vanguardia Comunista. Como se sabe, con Videla en el Gobierno y con Martínez de Hoz en la cartera de Economía, la cosa se puso fulera para los trabajadores. Cuenta Watts: “Luego de que nos echaran a muchos activistas y delegados de ATE, hicimos unas cuantas acciones de propaganda contra el gobierno. Recuerdo una en el mismo edificio del Ministerio de Bienestar Social poco después del despido. Fue en la planta baja, donde funcionaba el Banco Hipotecario. Elegimos un horario con mucha gente, serían las dos de la tarde. Estábamos, José Luna de Montoneros, un compañero del PRT de la DGI y yo. Preparé unos cuantos sobres de papel con pastillas de ‘Gamexane’ rotas en pedazos y un dispositivo incendiario en cada uno, con una cápsula (como de remedio) con ácido y rodeada de clorato de potasio y azufre, que improvisé para la ocasión, basado en experiencias similares. Había que armarlas rápidamente, porque en pocos minutos el ácido se comía el plástico de la cápsula y se prendía fuego al contacto con el clorato de potasio y el azufre. Todo esto lo realicé en el baño del banco, mientras mis dos compaeros me hacían de campana, luego las distribuí entre los tres y las dejamos en varios cestos de papeles en toda la planta baja. Nos quedamos unos minutos hasta que empezaron a prenderse fuego los cestos, los papeles y comenzó a salir el humo del ‘Gamexane’ de varios lugares casi simultáneamente. Entonces nos fuimos, pasamos por la cita de control y después nos enteramos de que, preventivamente, habían desalojado y cerrado el Banco. Nos gustó mucho poder hacer algo entre varios compañeros de ATE de distintas fuerzas políticas. El amigo del PRT estaba sorprendido de mis conocimientos en la materia, me felicitó y con ironía me dijo que el que estaba en una organización armada era él y no yo. Por otro lado, José Luna, ‘El Petiso’ como le decíamos, me hizo un elogio que me emocionó mucho. Me dijo: ‘¿Jorge, vos tendrías que ser peronista’. Realmente lo tomé como un cumplido muy honesto, muy sentido. Le dije, como él ya sabía, que era de V.C. y que lo tomaba como un elogio y se lo agradecía en serio”. José Abelardo Luna había sido suboficial de la Marina hasta que pidió su baja de la fuerza. Pasó por algunos trabajos hasta recalar en el Centro Único de Procesamiento Electrónico de Datos (CUPED), del Ministerio de Bienestar Social, donde sobresalió por su inteligencia y su decisión de defender de cualquier modo, la fuente de trabajo de todos sus compañeros. Al momento de su secuestro contaba con 36 años. En 2010 un obituario aparecido en “Página 12” dice así: “El Petiso José Abelardo Luna. Trabajador de la Dirección Nacional de Recaudación Previsional. Secuestrado el 10/12/1978. Tu lucha vive en los trabajadores y trabajadoras de ANSES”. Lo firma la Junta Interna ATE ANSES Ciudad de Buenos Aires.