“Pepe”. “Paco”. Manfredi era santafecino de la localidad de Suardi, donde había nacido un 24 de septiembre de 1948; su padre tenía una farmacia en ese pueblo; por lo que él pertenecía a una clase media acomodada. Era delgado, alto, usaba anteojos de forma permanente, era muy sencillo en su vestimenta y en el modo de ser. Tenía aspecto de intelectual. Tranquilo, de hablar pausado y de escuchar mucho. Casado, con hijos que amaba profundamente. Militante de Conducción en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) de Telefónicos (Trabajaba en Entel) y Montoneros. Siempre se abocó a preservar la vida de sus subordinados en la orga. Insistía mucho con respetar las medidas de seguridad y que había que dar pasos chicos, pensados, analizados, en tal coyuntura desfavorable. Pasó a la historia con una frase de su cuño: “Parece que tenemos un militómetro en el culo… carajo… paremos un poco la moto”. Secuestrado-desaparecido el 1° de febrero de 1976, en Santa Fe, en la vía pública. (Otros registros –el de la CONADEP- dan como fecha de su “desaparición” el 9 de diciembre de 1975). Tenía 27 años. Taki su compañera de militancia dice que una sóla vez lo vio llorar y el tema eran sus hijos. Que él le dijo: “¿Sabrán ellos por que no puedo estar cerca? ¿Entenderán algún día que todo lo que hago es para que vivan en una sociedad más justa, donde puedan ser felices con otros? ¿Lograrán cuando sean grandes comprender cuanto los amé? (…) Tengo también una certeza –sigue diciendo Taki-. Su ejemplo militante, sus convicciones, su entrega y compromiso inclaudicable hizo que todos los que lo conocimos y sobrevivimos, no lo podamos olvidar. Demostró que el amor y la entrega por un Proyecto Nacional y Popular, no se declaman, se ejercen y se construyen. Hoy cuando veo que nuestra Patria está volviendo a ponerse de pie (Gobiernos de Néstor y Cristina), porque paulatinamente se van recobrando los derechos por los que tanto luchamos, se me aparece la sonrisa de ‘Pepe’ como cuando volvía de estar con sus hijos e imaginaba para ellos una Patria donde la felicidad para todos no sea una quimera. ¡Presente querido compañero y hasta la victoria siempre!”.