Manrique, Raúl Eduardo

“En 1949, año en que en la Constitución Nacional se consagraban los derechos sociales y se definía a la República Argentina como una patria justa, libre y soberana, nacía en Valdés, a treinta km. de 25 de Mayo (provincia de Buenos Aires) Raúl Eduardo Manrique. Eduardo o ‘Lalo’ para su familia, se manifestó desde chico como alguien emprendedor, inquieto y algo aventurero. Así fue que, con 13 años, cuando su padre lo envió a hacer trámites a 25 de Mayo, decidió seguir viaje y visitar a su tía que vivía en Lavallol. Regresó en varias oportunidades a la ciudad que lo embelezaba con sus luces, sus autos y sus chicas, acostumbrado como estaba a otro ritmo de vida en un medio rural, sin siquiera luz eléctrica y con un caballo como compañero de viaje al colegio”; puede leerse en www.especialespueblo.blogspot.com. Ya con 17 años y el primario concluido, Raúl Eduardo decide instalarse definitivamente en Lavallol. Allí conoció a quien sería su esposa (Marta Santillán. Ama de casa y costurera) que le daría tres hijos: Eduardo, Mónica y Lorena. Hizo varios trabajos para poder alimentar a su familia: trabajó en una fábrica de galletitas y luego en una hojalatería. También se la rebuscó con trabajos de albañilería y electricidad gracias a la instrucción en el oficio que le brindó su tío. Y luego incursionó en cursos de electromecánica y bobinado de motores, que lo capacitaron para futuros trabajos. Montó así su propio taller que era su sueño dorado. Paralelamente, debido a sus conocimientos de electricista, ingresó como técnico electromecánico en la sección mantenimiento de la Química Mebomar instalada a pocas cuadras de su casa. La diversidad de labores que desarrollaba le permitió de a poco levantar su propia casita en el barrio “Martínez Moreno” de El Jagüel. Era 1974 y el tercer gobierno de Juan Domingo Perón entraba en su ocaso con el fallecimiento de éste. En la Química Mebomar, después del accidente que se llevó la vida de un compañero de trabajo, Raúl Eduardo, tomó la decisión de integrar la nueva Comisión Gremial interna junto a Oscar Serraille y los tres hermanos Torres, desplazando a la vieja burocracia sindical que vivía en connivencia con la patronal. Él, se sentía capacitado para defender los derechos laborales de sus compañeros. Manrique era peronista, firme en sus convicciones y esta determinación la iba a sostener a través del tiempo con valentía y coraje. Es que el ritmo de trabajo era constante (24 horas en turnos rotativos), las condiciones de trabajo eran pésimas, con falta de elementos de seguridad como guantes o mascarillas (“costaba respirar” decían) para maniobrar el ácido y la soda cáustica, entre otros productos altamente nocivos para la salud. Con la nueva comisión interna las condiciones de trabajo mejoraron. Sobre el desempeño de Manrique, dice otro operario de la fábrica (su cuñado Raúl Santillán): “Era un hombre muy querido y respetado ya que siempre estaba atento a las necesidades de sus compañeros de trabajo”. Y lo ejemplifica con la intervención de Eduardo y el resto de la comisión interna en un problema de seguridad en el que se decidió parar la producción; “Y bueno, paramos, no trabajamos más. Y los compañeros lo seguían porque él tenía muchas condiciones, iba al frente y solucionaba los problemas”. Coinciden las versiones de familiares y allegados, de que “Lalo” Manrique recibió avisos y advertencias. A él lo llamó el jefe de producción y le dijo: “Andáte, vos sos muy inteligente, sos joven…” Como diciéndole ándate, porque te van a levantar. Y él sostuvo: “No. Yo no me voy, yo me quedo a defender a mis compañeros”. Raúl Santillán, nuevamente aporta lo suyo: “Pero él se podría haber salvado. Pero no, parece que nació para defender al compañero. Por lo que tengo entendido, ahí le habían ofrecido la plata para que renuncie, para que se vaya, pero él la rechazó”. Raúl Eduardo fue secuestrado-desaparecido a la edad de 29 años, el 8 de diciembre de 1976 después de las doce de la noche. También se robaron dinero y un anillo de oro de su casa. Se lo llevaron con su cuñado que luego fue liberado. Manrique fue visto en el CCD El Vesubio I ó Protobanco, antes de su asesinato.