Roberto
Baschetti

Martínez, Humberto

“Coco”. Nació el 1º de febrero de 1940 en Carmen de Patagones, provincia de Buenos Aires; bien al sur de la misma. Hijo de un trabajador ferroviario y un ama de casa, vivió una adolescencia marginal cayendo en la delincuencia y padeciendo castigos del reformatorio y las cárceles. Pero la vida siempre da una oportunidad. Fue actor, director de teatro, dramaturgo, docente y un extraordinario decidor de versos y poemas. En 1969 comenzó a estudiar teatro en la ciudad de Viedma hasta hacerse de un nombre en el ámbito escénico. Militante del peronismo revolucionario se sumó a las luchas populares y puso sus conocimientos artísticos al servicio de la revolución peronista y latinoamericana. Dirá sobre aquella experiencia: “Es cierto que hemos hecho mucha agitación y propaganda. Tratábamos de marcar una esperanza, pero no desde el facilismo. En esa época había un proyecto y todos sabemos lo que costó ese proyecto”. En 1972 reunió a decenas de trabajadores y dirigió la puesta teatral de la Cantata Santa María de Iquique. Fue en el Teatro IFT y en el estreno estuvieron presentes: Mercedes Sosa, el padre Carlos Mugica, Arturo Jauretche y Francisco Urondo. En el año 1975 se exilió junto a su compañera (Noemí Naón) para poner distancia de las amenazas contra su vida que recibió por parte de la Triple A. Vivió en México (hizo teatro para chicanos), Estados Unidos (California, Arizona) y volvió a la patria en 1984. Siguió haciendo lo que siempre le gustó hacer hasta sus últimos días por este mundo: formó grupos de teatro, dio talleres, escribió y dirigió obras. Falleció el 4 de diciembre de 2012. Luisa Calcumil, actriz en aquella memorable película “Gerónima” de los ‘80, maestra y pionera del teatro patágonico, es también una extraordinaria militante por los derechos de su pueblo Mapuche. Enterada del fallecimiento de “Coco” escribió, de cuando actuaron juntos: “¿Se acuerda? Y en esas jornadas siempre vigentes las palabras, Verdadera Historia, Oficio, Labor, Pasión y Compromiso. La actitud de estar atentos, inquietos por lo que sucede en nuestro tiempo y espacio. Atentos con nuestra gente y alertas con quienes no son nuestra gente. ¿Sabe Coco? Aprendí mucho de usted. ¿Sabe Coco? La historia se vuelve a repetir, hoy en 2017 hemos retrocedido… otra vez el hambre, la injusticia, la muerte, la inequidad gestada por los ricos. Pero si la cruza por ahí a la Violetita Parra, dígale, cuéntele que ‘El ni un paso atrás’ está volviendo como furioso y decidió latido popular. Gracias Coco por incluirme en el gran elenco neuquino y rionegrino con el que presentamos ‘La Cantata de Santa María de Iquique’ que dirigió con tanto acierto y pasión aquí en el Sur. Abrazo perdurable”. Cabe acotar, que otro grande del arte y de las letras, “Paco” Urondo, el 13 de mayo de 1972, en el diario matutino “La Opinión” de Jacobo Timerman, hizo una nota sobre Humberto Martínez y sobre la Cantata propiamente dicha, una obra musical del Conjunto chileno Quilapayún con textos de Luis Advis, donde se cuenta la masacre al norte de Chile, en el año 1907, donde mueren asesinados 3.600 obreros, nada menos. “Coco” viviendo en Viedma la adaptó al teatro con obreros de la construcción y estudiantes en escena. En un reportaje que le hicieron en la revista Primera Plana el 23-5-72, se dice: “En los países penetrados culturalmente conviven –beligerantes- dos tipos de cultura: la nacional y la extranjera. Mi obsesión es contribuir al definitivo triunfo de la primera (…) El arte es indivisible de las masas que son las primeras generadoras de cultura. Queda de lado el individualismo de las clases dominantes. El hombre de pueblo se realiza en el otro, en la totalidad colectiva”. En la misma nota se define como peronista y se identifica con el pensamiento de Hernández Arregui y John William Cooke. Por último, cabe acotar que Humberto y Noemí tuvieron un hijo: Miguel Martínez Naón que nació en el exilio, vivió el desarraigo y la muerte le rondó cerca; de eso escribe en “Tumbita” su reciente libro de poemas dado a conocer en enero de 2018. También explica porque se llama Miguel, por el poeta y dramaturgo español Miguel Hernández, nada menos.