Roberto
Baschetti

Mataboni, Rubén Ramón

Tenía 10 hijos. Militó como delegado gremial en defensa de sus compañeros de trabajo de Molinos Río de la Plata, en la planta que Bunge & Born tiene en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Pasó por la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y el Bloque Gremial del Peronismo Auténtico. También trabajó con Paco Urondo, asitiéndolo en el diario “Noticias”. Secuestrado-desaparecido a la edad de 34 años, el 3 de diciembre de 1976 en Barrio Norte; un departamento en Recoleta cerca de French y Avenida Pueyrredón que estaba pintando como changa ya que estaba clandestino y buscado. Militante montonero. Integrante de la Regional Sur de la CGTR. Cuentan que aquel día Mataboni que no estaba en el departamento ya que había ido a una cita, al volver y ver todo sitiado por los militares, los que tenían un hijo suyo de 15 años como rehén, comenzó a tratar de abrirse camino en tanto le disparaban y él también disparaba corriendo en zig-zag para luego parapetarse detrás de un árbol; los milicos subieron un auto a la vereda y atropellaron contra el árbol; no se sabe si él se pegó un tiro o bien estaba herido y lo remataron, la seguro es que cargaron su cuerpo inerme en el baúl y se lo llevaron. Un compañero de trabajo, Guido Florente Almaraz, lo recuerda de este modo: “Y estaba Rubén Mataboni, al que apodaban Verdura que también la peleaba fuerte. Nosotros en la fábrica lo conocíamos por Ratón”. Ernesto Ceferino Mataboni –uno de sus hijos- también tiene algo que contar a este relato: “Yo había renunciado a mi trabajo en una panadería y Alberto mi padrino, estaba en uan agrupación en Quilmes, con muchos compañeros de antes que habían conocido a mi viejo. Me presenté ahí y les dije que no hacía nada, que no militaba, pero que estaba necesitado y que me dieran una mano, que era el hijo de ‘Verdura’, como lo llamaban a mi papá; estaban en una reunión, se pararon todos y aplaudieron y me abrazaron. Rompí en llanto; estaba con mi nena que ya tenía un año. Ahí comencé a armar mi historia. Primero arranqué con lo personal y después me empecé a meter, a sumarme, a militar en Hijos de Avellaneda”. Y agrega: “Mi vieja, Nélida, no militaba y mis hermanos mayores cuentan que cuando veía llegar a su casa a todos los compañeros de militancia de mi padre, bufaba y decía, como para que la escuchen: ‘Ufa, estos montoneros de mierda…’ pero después terminaba cocinándoles a todos, tallarines, ñoquis, empanadas y ellos que la apreciaban le reconocían como ‘La Gorda de Verdura’ (…) Mi mamá me contaba que papá a las nueve de la noche siempre estaba en casa porque a esa hora se comía y hasta el día de hoy seguimos comiendo a las nueve de la noche”. Una compañera sobreviviente del genocidio, Beatriz Villar, escribió un poema en honor a Rubén Mataboni que se titula “Él vive y aquí se queda” y donde en una de sus estrofas se dice: “Mataboni Compañero, por siempre estarás presente, caminás entre la gente, mi valiente Montonero”.