“Nené Peña”, por Peña que era su marido. “Mi mamá, María Cristina, fue correo entre John William Cooke y Perón en el exilio; esto lo digo para que se entienda el porqué de una militancia tan temprana. En mi familia eran peronistas, sobre todo mi papá José Medina. A él le vinieron a preguntar si mamá, estaría dispuesta a organizar la ‘Rama Femenina’. Una vecina me avisó que el Banco de Préstamos de la Provincia estaba llamando a concurso y podían presentarse las mujeres porque su presidenta era una mujer, Leonor Alarcia, en esa época frondicista. Rendí mi examen y entré al ‘Banco de los pobres’, en octubre de 1960. Me largué a militar siendo secretaria de actas de la mutual del banco. Estaba en el área de la Secretaría General porque se escribía mucho y yo tenía buena redacción, el secretario era Cabrera Fernández y me enseñó enseguida deberes y derechos. Entramos juntas quince mujeres al Banco y nos afiliamos todas. Los bancos estatales fueron pioneros en emplearnos a nosotras. Al poco tiempo formamos con mis compañeros el Movimiento Bancario de Base, compuesto por gente-estatales y privados-de todas las ideas políticas y nos llevábamos divino; levantó el ánimo a los viejos bancarios muy golpeados después de la huelga del ‘58 y ‘59. Los bancarios recibíamos órdenes de dirigentes nacionales, ya que no había elecciones libres porque era una ‘asociación bancaria’, manejada por burócratas sindicales de Buenos Aires. En cuanto empezamos a hacer listas para ganar la Seccional Córdoba se dieron cuenta que estábamos enfrentados a esa burocracia porteña que nos manejaban como patrones de estancia. Ganamos la seccional y ¡así también nos fue! Nos intervinieron antes del año. La CGT se dividió y nos pasamos a la CGT de los Argentinos, y nos invitaban a todas las reuniones. Allí dije: ¡Dejenmé de joder con ser secretaria de actas! Ya estábamos en otras cosas, peleándola en forma, al reunirnos con Raimundo Ongaro, enfrentado a la otra CGT vandorista y ¡allí empezó a prepararse el Cordobazo! Los Bancarios de Base quedamos en la CGT Córdoba que estaba en manos de la CGT de los Argentinos. Nos sacaron la sede gremial, pero todos seguíamos luchando por la federalización, esa fue nuestra consigna; nunca lo logramos porque nos fueron despedazando a la gente, con acusaciones cómo que éramos comunistas y qué sé yo ¡bravo para esa época! (…) Al llegar el ‘69 se sucedieron los paros en Corrientes, Rosario y en Córdoba; debatíamos en asamblea, cómo y cuándo, realizaríamos el paro general. Recuerdo que cómo la seccional Córdoba estaba intervenida y sin oficina, solidariamente el gremio de Luz y Fuerza nos alojó en su sindicato. Conocí mucho a Agustín Tosco y valoramos que se jugara tanto. Sus discursos eran famosos y la gente que lo acompañaba era fabulosa. En el Plenario de la CGT del ‘28 se habló del paro general; tomé la palabra y expresé que tenía el mandato de mis compañeros de anunciar que esperaríamos a que todos los cajeros entregaran el conteo del dinero y después abandonaríamos las tareas y ahí saltó Tosco y dijo: ‘Tienen que ser bancarios para no ser disciplinados a lo que se decide en asamblea’ y yo lo paré: escúcheme compañero, nos interesan las bases bancarias y en la movilización estaremos al frente ¡se lo digo como mujer! Lo que pasa es que Tosco se había quedado con la idea del bancario antiguo. Alguien le sopló que había metido la pata y él me pidió disculpas con un gran abrazo junto a Felipe Alberti. El 29 de mayo de 1969 dejamos nuestros puestos de trabajo a media mañana y no marchamos porque estábamos a un paso del punto de reunión que era la CGT. Estoy convencida de que la columna que más mujeres traía era la de ILASA. Después de que los compañeros Tosco y López hablaron aparece la caballería tirando gases lacrimógenos y de golpe salgo corriendo y me veo sola como una loca; en eso aparecen tres jóvenes estudiantes que se acercan con una bandera argentina por la General Paz- siempre en las movilizaciones yo buscaba una bandera argentina para marchar cerca-, entonces les digo desesperada: ‘soy bancaria y me quedé sin mis compañeros puede sumarme a ustedes’. Ellos me aceptaron inmediatamente (ver fotografía que ilustra este registro) y allí caminamos hacia una plazoleta -que tenía un viejo al medio que no me acuerdo quien era- y vimos unas cadenas flojas y las comenzamos a arrastrar y allí armamos un cuadro patrio ¡cadenas rotas y bandera! Llegando a la Cañada pierdo la bandera y con muchos calambres me refugié en el Sindicato de Luz y Fuerza. Descansé y un periodista de ‘La Razón’ que estaba allí me llevó a mi casa. Después al otro día me veo en primera plana en ‘La Voz del Interior’ y ‘La Razón’ y creo que eso le sirvió a la policía para identificarme, me sacaron del banco y me llevaron detenida. Me preguntaron si yo había prendido fuego y yo le dije: ¡No, solo llevaba una bandera argentina! Me trasladaron al comando del Tercer Cuerpo del Ejército y allí me hicieron un Consejo de Guerra. Me tiraron al suelo amontonada con todas las detenidas mujeres. Encontré dos de Luz y Fuerza, una era Susana Funes, la conocí allí y tenía un cargo sindical me parece. Charlamos, pero me miraban frío; confesaron después que tenían miedo de que fuera una infiltrada. A todas las liberaron, pero quedé cómo que fui la única mujer juzgada en el Consejo de Guerra N°3; ¡dijeron que porque la bandera que llevaba era la comunista! Me mostraron las filmaciones que salieron en los canales y yo me veo cantando: ‘¡El macho Ongaroha tomado la batuta para que se vayan estos hijos de puta!’, pero sin sonido, entonces los milicos me preguntan que venía cantando y a mí se me ocurrió decirles que gritaba: ‘¡Libertad, libertad, libertad!’ Menos mal que no sabían leer los labios. El cargo que me habían hecho era ‘Incitación a la Rebelión’ igual que a Tosco y todos los demás. Insistían en que la bandera era la roja comunista y yo les gritaba ‘¡pero miren las franjas!’ La cuestión es que me declararon culpable, pero por ser madre de tres hijas me dieron la condena del Código Civil y no del militar, si no me dejaban adentro. Debía tener los límites de mi casa como encierro”. Relato tomado del libro “El Cordobazo de las mujeres” de Bibiana Fulchieri. Cuentan que cuando para mantener una fachada legal le dijeron que debía elegir un defensor, ella, sabiendo que estaba condenada de antemano, los bardeó diciendo en voz alta y mirándolos, en tanto los señalaba con el dedo índice: “Ta Te Ti suerte para mí”. Otros datos reveladores de esta compañera: En 1973 fue militante de la Agrupación Sindical Bancaria Peronista enrolada en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP); la organización la postuló para integrar el directorio del Banco Social en representación de los laburantes. Luego fue parte del Partido (Peronista) Auténtico. En noviembre de 1975 fue nuevamente detenida y puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) a través de un decreto firmado por Isabel Martínez. Fue encarcelada en la Unidad Penitenciaria 1, del barrio San Martín, cordobés, donde permaneció alojada hasta el 29 de marzo de 1979; es decir la dictadura le metió 3 años más de prisión. En libertad, ejerció la docencia en el colegio parroquial Nuestra Señora de Loreto. Falleció a la edad de 83 años en diciembre de 2022, descompensada, su generoso corazón dijo basta.